Capítulo XXXIV

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La mujer de largos cabellos caminaba por la proa del barco mirando a la distancia; mirando hacia aquel océano inmenso que parecía nunca tener fin. Su agua era oscura, más de lo que ella hubiese recordado que era. No podía verse nada que anduviese por debajo de ellos, y eso la inquietaba bastante.

El cielo era gris y nublado, como se sentía su corazón en aquel momento. Una voz masculina le hablaba, una voz que le era sumamente conocida pero que no escuchaba hacia tiempo. Quién le hablaba era alguien que le producía seguridad, alguien que había cuidado de ella en sus tiempos más difíciles.

Caminaba lentamente de un lado a otro, sintiendo angustia, arrepentimiento, dolor...

—Todo va a estar bien mi lady...—decía aquella voz buscando tranquilizarla, y ella sabía que no sería así. Sabía que debería decirle al capitán que guirara el timón, diera la vuelta y regresara... Pero ya no había vuelta atrás, y ella sabía que era lo correcto. Todo se sentía tan lejano y familiar al mismo tiempo...

Escuchó que alguien susurraba un nombre a lo lejos, como un murmullo silencioso. Y allí fue cuando despertó por un grito seguido de un golpe brusco y repentino en su espalda. 

Elise se levantó asustada en la oscuridad de la noche sin comprender nada

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Elise se levantó asustada en la oscuridad de la noche sin comprender nada. Lo único que pudo notar eran los gritos y patadas que provenían de Oberyn a su lado. El hombre gritaba aterrorizado y desesperado un nombre y varias palabras ahogadas. Elise logró entender "Elia", " matar" y "Clegane". Se angustió al instante, pues Elise no supo que hacer o como reaccionar ante aquello.

Se acercó a su amante con la intención de calmarlo y se ganó un golpe de su parte que la tiro al suelo. Allí fue cuando Oberyn despertó y reaccionó.

Elise sintió el sabor a sangre en sus labios ante el golpe: se había partido un poco el labio... Ella seguía en el suelo, y Oberyn la observó sin entender, su expresión era de horror. Nunca lo había visto tan pálido.

—Oberyn, ¿qué ha ocurrido? —preguntó ella levantándose del suelo con dificultad, el hombre seguía estupefacto.

Finalmente sus ojos se fijaron en ella.

—No lo sé... Yo...tuve una pesadilla horrible —respondió él y se secó las lágrimas que caían por su rostro —. ¿Qué te ha ocurrido en el labio? —preguntó él.

Elise se abalanzó sobre el y lo rodeó con sus brazos para abrazarlo. Nunca lo había visto llorar, jamás. Le rompía el corazón.

—No importa Oberyn, estoy bien... ¿Qué soñaste? —preguntó ella y besó la frente del Martell.

Oberyn se dejó caer en los brazos de Elise, de la mujer que amaba como un niño asustado cae en los de una madre. Elise sintió las lágrimas de Oberyn en su pecho y fue demasiado para ella. Lo abrazó aún con más fuerza y acarició su rostro.

—Shhhh...—dijo ella y lo besó en su cuero cabelludo —. Todo va a estar bien...

Oberyn no decía nada, sólo lloraba y respiraba con dificultad. Elise sintió los brazos del hombre rodeándola lentamente.

Toda la situación le partía el alma en dos. Parecía tan indefenso, tan pequeño y frágil como un niño...

Pasaron los minutos y ambos se mantenían en silencio. Sólo se escuchaban sus respiraciones en el vacío de la noche.

Luego de pasar unos instantes, Oberyn se separó de ella sin soltarse de su abrazó y se secó las lágrimas bruscamente con su antebrazo. Elise lo observó atenta y luego habló.

—¿Te encuentras bien? —preguntó la joven tomando el rostro del príncipe con ambas manos y plantando un beso en sus labios. Oberyn, finalmente esbozó una sonrisa triste y acarició el labio de la joven con su pulgar.

—¿Yo te he hecho esto? —preguntó con culpa y la besó nuevamente.

—No importa Oberyn, responde lo que te he preguntado —dijo ella. Oberyn sonrió.

—Ves... Por esto es que te amo: siempre tan mandona—dijo él y permaneció pensativo.

Ella sonrió y acarició su rostro.

—Soñé con Elia...—dijo finalmente el hombre. Ella notó lo mucho que le costaba hablar... Debía de haber sido un sueño horroroso.

—¿Qué ocurría con ella? —dijo Elise sacando las peores conclusiones... Pues Oberyn había mencionado a Clegane en sus sueños varias veces...

Los ojos del príncipe de humedecieron de nuevo.

—La Montaña; Gregor Clegane... Él la asesinaba Elise...

Ella arrugó el rostro con dolor. Lo dejaría hablar... Sólo escucharía lo que el tuviese que decir...

Oberyn continuó con la voz quebrada.

—Él la molía a golpes hasta que Elia no tenía más fuerzas para luchar... Y la violaba...—Oberyn comenzó a llorar de nuevo, y el corazón de Elise se estrujó de dolor —. Y yo no pude hacer nada al respecto...

Ella negó con la cabeza y lo acarició.

—Oberyn, no puedes seguir culpándote... Ya ha pasado demasiado tiempo... —dijo ella con sinceridad y tristeza —. Lamentarse por el pasado no va a cambiarlo...

Oberyn la observaba atento con lágrimas en sus ojos.

—Elise...ella era tan...tan buena, tan amable... Y la destruyó como si fuese nada más que un pedazo de carne.

Oberyn hablaba con dolor, enojo, y ella podía sentirlo también.

—Lo sé Oberyn, estoy segura de eso. Pero ya es hora de olvidarlo y honrar su muerte como Elia lo merece...

Oberyn sólo permaneció pensativo con seriedad.

—Tu no entiendes Elise... —dijo él con una sonrisa —. Pero ya dejemos de hablar de esto por favor...

Ella asintió.

—Ven, vamos a dormir —dijo ella y se recostó en la cama junto a Oberyn. El hizo caso acostándose junto a ella y apoyando su cabeza en el pecho de la joven.

—Te amo Elise... Más de lo que he amado a alguien jamás... —dijo él con honestidad en sus palabras. Ella sonrió y acarició la frente del príncipe con dulzura.

—Yo también te amo Oberyn, ahora descansa...—dijo ella.

Por más que Oberyn se volvió a dormir, Elise no consiguió hacerlo. Sólo se quedó recostada en el silencio de la noche escuchando la respiración y los murmullos de su amante dormido sobre ella.

Cuando el sol comenzó a salir por la ventana, sus ojos sucumbieron al sueño sin poder evitarlo.

El Sol de DorneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora