Capítulo XV

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Elise había despertado temprano, justo antes del amanecer. Hizo el esfuerzo de volver a dormirse, pero no lo consiguió.

Se movió varias veces en la cama, cambiando la posición de su cuerpo para sentirse más cómoda, pero fue inútil. Decidió levantarse y darse un baño.

Se asomó por una de las ventanas en su habitación y pudo divisar que el día era nublado, algo muy poco común en Dorne. Sin embargo, a Elise le agrado.
Decidió dar un paseo por la cuidad, no se quedaría encerrada en su habitación otra vez... Haría algo productivo. Después de todo, estaba en la capital, ¡tenia millones de cosas que podría hacer!¡Miles de lugares por visitar! El solo pensarlo la hacía sonreír.

Compró todo tipo de cosas mientras caminaba por la cuidad; vestidos, colgantes, telas y todo tipo de hierbas para sus bálsamos y perfumes, y las criadas que habían conversado con ella sobre Oberyn unos días antes la acompañarían. Después de todo, no era seguro que una joven noble de su edad deambulara sola por la ciudad. Incluso en Dorne.

Y justo al terminar de pensar las palabras en su mente, una mano se posó en su hombro, y le causo un gran susto. Elise volteó sorprendida y pudo ver que era su padre

—Elise, mi sol —dijo su padre sonriendo. La saludó de manera cariño con un beso en la mejilla.

—Padre —y lo besó a él — ¿ya hablaste con...? —preguntó la joven curiosa, frunciendo el ceño.

Su padre asintió.

—Luego te cuento sobre eso...—dijo Symond de manera seria. Claramente quería evadir el tema, y Elise no iba interferir con eso—. Te estaba buscando, pero al no encontrarte en tu habitación me preocupé.

—Estuve de paseo por la cuidad. Compré algunas cosas...—dijo la joven sonriente.

Su padre la tomo del brazo y caminaron juntos por el pasillo.

—No habrás ido sola, ¿verdad? —preguntó su padre disgustado.

—No, algunas de las criadas del palacio me han acompañado. No te preocupes padre—respondió Elise buscando tranquilizarlo.

—Eso espero...—dijo—. Era para decirte que iremos a cabalgar con los muchachos, ¿te gustaría acompañarnos? —preguntó Symond.

A Elise le picó la curiosidad.

—¿Los muchachos? —preguntó ella algo extraña—. ¿Cuáles muchachos?

Su padre sonrió.

—Doran, Oberyn y algunos otros señores de Dorne...—respondió.

Al escucharlo, no lo pensó dos veces. Pero intentaría no parecer muy exaltada al respecto, pues no quería que su padre sospechara nada sobre su...atracción hacia el príncipe... Nunca sabría como él podría reaccionar...

—Encantada, padre —.

Sintió que la alegría invadía su cuerpo ¡vería a Oberyn! Hacia varios días ya que no se sabia ni una noticia del príncipe.

El único problema era que su padre y el príncipe Doran estarían allí, pero ella podía manejarlo.

Symond le sonrió.

—¡Perfecto! — dijo con entusiasmo—. Preparate, yo estaré esperándote abajo cuando estés lista.

Elise asintió.

Su padre la beso en la frente y se retiró de la habitación.

Pensó muy bien en que haría, que diría e incluso que llevaría puesto para la ocasión: ya que irían a cabalgar, se vistió con unos pantalones negros, finos y largos bordados con hilo de plata. Una blusa holgada de color ámbar de mangas largas hasta los codos, donde se ceñían de manera muy delicada. Además se recogió el cabello en una trenza que le llegaba hasta sus pechos, y se dijo a si misma (buscando convencerse) de que no lo hacía por que a Oberyn le gustara su cabello de esa manera (o eso le había dicho, por lo menos). Pero no tuvo éxito...

El Sol de DorneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora