El sol se posaba orgulloso en el cielo sobre ellos, iluminando cada esquina del muelle de Lanza del Sol. Iluminando el gran barco en el que Symond se marcharía de regreso a Doral.
Era un barco grande, magnifico, y en la madera tenia tallado el escudo de la familia Dorlaihs.
Elise se sentía angustiada, asustada, pero había algo agradable de todos aquellos sentimientos al fin y al cabo. ¡Viviría en la capital de Dorne! Nunca había soñado siquiera con algo parecido.
La joven llevaba puesto una prenda que había comprado en Lanza del Sol, un vestido muy muy hermoso. Color turquesa, con bordados carmesí y amarillo. De mangas largas muy flojas y dejaba a ver su cuello y una parte de su escote, era muy bonito. Llevaba el cabello recogido en media trenza y el resto suelto.
Symond controlaba que todo estuviera en orden, daba vueltas por el barco chequeando cada cosa con mucho cuidado. Elise se encontraba parada entre ambos hermanos Martell: Oberyn y Doran. Se sentía sumamente incomoda ante el silencio que había entre ellos. Y todo empeoraba al recordar que...¡había besado a ambos! El solo pensarlo le ponía los pelos de punta. Ella no era así, no era esa clase de chica. De todas formas, solo había besado a Oberyn con su consentimiento, el otro fue...un imprevisto, que no se repetiría.
Oberyn no quitaba los ojos de su escote, y Elise se ruborizaba cada vez que éste lo hacia. Mientras que Doran tenia una cara de perro arrepentido que le partía el corazón a cualquiera. Pues no habían hablado desde...aquella vez.
Luego, interrumpiendo con el horroroso silencio que había entre los tres, Symond se acercó hacia ellos desde el muelle. Se lo veía nervioso.
—Parece que todo está en orden. El barco zarpará en unos quince minutos, si todo sale bien —dijo con una sonrisa, pero había tristeza en su voz y en sus ojos.
Elise le sonrió. Symond miro fijo a los ojos de su hija: su niña. La que jugueteaba en los jardines y lloraba en las noches, la que le pedía cuentos antes de dormir y se escapaba de las bañeras, la que correteaba por el castillo y se escabullía hasta su habitación en las noches oscuras en las que se asustaba. ¿Qué le había pasado a esa chiquilla? De ojos grandes y brillantes, cabello ondulado y alborotado. Sin duda seguía allí, y estaba justo frente a él. Salvo que ahora quien lo miraba frente a frente no era una niña, si no una mujer, una dama.
Siempre la amaría, no importa lo que llegara a pasar él siempre pensaría en ella, siempre estaría dispuesto a ayudarla en lo que fuera.
Sintió que su garganta se cerraba cada vez que intentaba decir algo, y sus ojos se humedecían aunque, ¡Dioses!, Symond se esforzaba por evitarlo.
Sin esperarlo, Elise se lanzó sobre él para rodearlo con sus delicados brazos.
Symond hizo lo mismo, y dejó todas sus fuerzas en ese abrazo, todos sus recuerdos, todas las lagrimas y las risas, todos los momentos de rebeldía y de cariño. La amaba, Dioses que si.
No supieron con seguridad cuanto duró ese abrazo, pero no importaba. Pues nunca seria lo suficientemente largo.
Elise puso todo su esfuerzo en no llorar, pero sus ojos se empañaban sin controlarlo. Lo mismo para Symond.
No era la gran cosa en verdad; él se iría a Doral, pero seguiría estando relativamente cerca. Aunque había algo en aquella despedida que significaba más que eso: estaba despidiendo a esa niña, a su niña, y cuando regresara y volviera a verla aquella chiquilla no estaría mas, no la contemplaría de nuevo.
Oberyn y Doran solo permanecieron en silencio. Ese era un momento en el que no debían meterse, un momento que debían respetar.
Y cuando menos se dieron cuenta, el barco estaba por zarpar.
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El Sol de Dorne
FanfictionAño 282 AC, La Guerra del "Usurpador"; Robert Baratheon está comenzando; Stark, Targaryen, Baratheon, Martell y las casas nobles de Poniente enfrentadas en una guerra que determinará el comienzo de un nuevo reinado. En Doral, una isla en Dorne al su...