[ 6 ]

38.8K 4K 22.2K
                                    

Sam estaba acostado a su lado cuando despertó aquella mañana. Aún olía a alcohol y su cuerpo desnudo estaba enredado en las sábanas de la cama.

No quiso despertarle, por lo que solo dejó un beso en su hombro antes de levantarse de su lado y vestirse con unos simples calzoncillos dispuesto a llenar su estómago con una taza de café.

Su humor aquella mañana alcanzaba las nubes y Harry sabía muy bien que el motivo era Sam. Porque hacía mucho tiempo que no le daba una noche como la de hacía solo un par de horas, una noche que ambos necesitaban. Su relación lo necesitaba.

Sam se había apartado de sus propios problemas. Aunque solo hubieran sido unas horas, se había dejado llevar, se había divertido y Harry estaba muy aliviado ante el hecho de haber conseguido despejarse un poco de la asfixiante sensación de saber que estaban cayendo en una relación un poco rutinaria que consistía en conducir hasta su casa y abrazarle en la cama.

Harry a veces también necesitaba que fuera él quien le buscara, quien se atreviera a presentarse en su casa a las tres de la mañana solo porque le echaba de menos. Necesitaba que le demostrara que aún tenía tantas ganas de él como al principio.

—Buenos días.

Escuchó la voz áspera de Louis tras su espalda cuando estaba preparando su café en la cocina, y se giró para encontrarse con que su compañero de piso se estaba acercando a él a paso tranquilo, arrastrando los pies.

—Hola —Harry saludó, volviendo a girarse para volver a prestar toda su atención en contar las cucharadas de azúcar que quería en su café.

Pero Louis continuó hablando con esa voz recién levantada, notaba cada uno de sus movimientos aun sin necesidad de girarse para mirarle y supo que se había sentado sobre la encimera tras él, porque escuchaba como sus pies se balanceaban y daban golpecitos en el mueble.

—¿Has dormido bien? —Harry captó el tono de burla en sus palabras y rápidamente comprendió el por qué.

Ladeó media sonrisa para sí mismo antes de girarse para mirarle de reojo, revolviendo su café con una pequeña cucharilla.

—Sí, bastante bien —utilizó el mismo tono de voz que Louis había empleado.

—Me lo imaginaba —Louis apretó sus labios en una sonrisa que trató de disimular lamiendo sus labios —. Yo no he dormido demasiado, ¿sabes? —ladeó su cabeza.

—¿Ah, no? —musitó Harry, bebiendo un rápido sorbo de su taza y apoyando su cadera en la encimera de la cocina para encarar a Louis.

—No —él chasqueó su lengua, balanceando sus pies desde la encimera —. Tu casa es genial, en serio, pero las paredes son tan finas como un papel.

Una leve risita se escapó desde el fondo de la garganta de Harry, mirando al interior de su taza como si fuera lo más interesante del mundo en aquel momento.

—Lo siento —musitó, casi tan avergonzado como divertido —. ¿Quieres un café? —le ofreció entonces.

—Té —eligió Louis, sus pies aún balanceándose desde la encimera.

—Té —Harry asintió, girándose de nuevo para abrir el armario superior en busca de unas bolsitas de té —. ¿Verde o blanco?

—Verde —respondió Louis, observando la espalda desnuda de Harry trabajando mientras trataba de alcanzar una taza de la alacena —. Pero me gusta más el negro —comenzó a juguetear con sus manos porque creía que no era especialmente recomendable el permitirse a sí mismo comérselo con la mirada como lo estaba haciendo en ese momento. Carraspeó —. Deberías probar en té de Yorkshire.

HousematesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora