[ 14 ]

33.8K 3.8K 5K
                                    

La primera vez que Louis se despertó aquella noche eran las cuatro de la mañana.

La sal y el tequila estaban haciendo estragos en su estómago y el hecho de que Harry se encontrara durmiendo a su lado, le hizo sentir ganas de vomitar.

No precisamente porque despertarse junto al cuerpo desnudo de Harry fuera una mala manera de hacerlo; siendo honesto consigo mismo, creía que era la única parte buena del error que acababan de cometer.

Las ganas de vomitar y de querer desaparecer del mundo vinieron gracias a la imagen de su mejor amigo clavándose en su cerebro, como si su subconsciente quisiera dejarle bien claro que acababa de coronarse como el peor amigo y compañero de piso que existía en toda la faz de la tierra.

Miró a Harry por última vez aprovechando que estaba dormido, respirando pesadamente con la mitad de su cara aplastada contra la almohada, porque no estaba muy seguro de si iba a ser capaz de volver a mirarle directamente alguna vez, después de lo que acababan de hacer.

Soltó un pesado suspiro y abandonó la cama de su compañero de piso, se chocó repetidas veces contra el mismo maldito mueble mientras trataba de encontrar entre la oscuridad su ropa, estaba casi seguro de que la habían tirado en el suelo violentamente unas horas antes.

Harry cambiaba de postura con cada ruido que hacía y lo último que quería era que se despertara, así que decidió que lo mejor sería terminar de vestirse en su propia habitación.

Tras haber parado en el baño para lavarse la cara y replantearse su vida durante cinco minutos frente al espejo, terminó por volver a su habitación y estamparse debilmente contra la cama.

No tenía esperanzas por dormir de nuevo, pero la resaca de tequila cada vez se hacía más presente en su sistema y el dolor que sentía en todo su cuerpo tras la intensa sesión de sexo que acababan de tener no le dio opción a mantenerse despierto durante mucho más tiempo.

La segunda vez que Louis se despertó, ya había amanecido, y su teléfono insistía en empeorar su resaca con el irritante sonido que había tratado de posponer hasta tres veces seguidas.

Siete vueltas en la cama después se dijo a sí mismo que tenía que levantarse; esperaba haber logrado atrasar lo suficiente la mañana como para no tener que encontrarse con Harry preparando su desayuno con su típica cola despeinada y los apuntes a un lado del café.

No estaba, porque la puerta de su habitación estaba abierta cuando se levantó a comprobarlo y definitivamente esa mañana no parecía haber ni apuntes al lado del café, ni olor al desayuno de Harry, ni sus rizos recogidos malamente en su coleta.

Mientras que su compañero había optado por huir de allí lo más pronto posible, Louis había terminado llegando tarde a las clases y el profesor que impartía el carísimo máster le miró de una manera para nada amigable cuando entró al aula interrumpiendo su explicación.

Pero la cabeza de Louis no estaba para pensar en neuropsicología. La resaca aún estaba matándole, calculaba que solo había dormido tres horas y la creciente presión en su pecho al saber que en algún momento tendría que volver a reencontrarse con Harry no le dejó espacio a la concentración.

Por eso acabó colándose en el piso compartido de sus tres amigos; ese sitio al que juró que jamás volvería para quedarse.

—¿Puedo pasar un par de días aquí?

Zayn le había abierto la puerta y también parecía ser una de las víctimas de la procrastinación, porque a esas horas debía estar una de sus clases en la universidad de Bellas Artes, sin embargo, Louis le había pillado con las manos en la masa jugando al Fortnite.

HousematesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora