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Ignoró gran parte de la presentación que su profesor había preparado sobre los trastornos de ansiedad para revisar ofertas de compañeros de piso en su portátil mientras pretendía estar tomando apuntes, e incluso aunque no había encontrado un solo anuncio que le convenciera, creyó firmemente que estaba muy cerca de olvidar todo lo que había estado pasando esos últimos meses y rehacer su vida.

Esta vez, sin meterse en dilemas éticos y morales de los que, como de costumbre, no sabría salir hasta llevarse la decepción.

Pensó que todo el asunto estaba cerrado. Que la peor parte había pasado y que ahora solo le quedaba mirar hacia delante.

Pero no.

Porque frente a la puerta de la universidad en la que se impartía su máster, se encontró con Sam.

Justo lo que necesitaba para empezar un lunes.

Ni siquiera intentó esquivarle o pretender que no le había visto, parecía haber venido expresamente para verle a él porque tenía su mirada fija en su persona, sus brazos cruzados sobre su pecho y esperando pacientemente a que se acercara.

Louis nunca creyó que Sam realmente fuera a interesarse por hablar con él alguna vez desde que descubrió lo que había pasado. Era ese tipo de persona que cortaba de raíz el contacto con cualquiera que le hubiera fallado y olvidar su existencia para siempre.

Excepto si la persona que le había fallado era su pareja, en ese caso, es capaz de arrastrarse hasta los límetes de la tierra si era necesario.

A la vista estaba.

Pensó que no le resultaría un problema acercarse a él y actuar con la misma frialdad con la que él le estaba mirando, pero al tenerle delante, algún tipo de sentimiento azotó su estómago con fuerza.

Supo fácilmente lo que era.

Culpa.

Incluso aunque le resultó decepcionante llegar a la ciudad y encontrarse con un Sam completamente diferente a ese Sam con quien pasaba días y noches cuatro años atrás; incluso aunque odiara con todas sus fuerzas su nueva actitud. Incluso aunque creyera que, en el fondo, se merecía todo lo que le había pasado con Harry porque alguien como él era demasiado bueno para Sam.

A pesar de todo eso; quien tenía delante había sido su mejor amigo durante trece largos años, y Louis todavía no se había hecho a la idea de que eso ahora se había acabado.

De hecho, se acabó hacía mucho más tiempo del que pensaba, solo que nunca se había dado cuenta antes de la manera en la que su amistad había cambiado con el paso del tiempo.

Y ahora Sam estaba mirándole con una expresión fatigada por el simple hecho de tenerle delante y Louis sabía que no podía reprocharle nada más.

—¿Qué haces aquí? —fue capaz de preguntarle, apretando su mandíbula en un intento de mantenerse completamente firme.

—No he venido a escuchar nada que venga de ti —espetó con frialdad. Louis lamió sus labios, pero se abstuvo de responder —. Simplemente vengo a decirte que ayer me acosté con Harry.

Louis mordió el interior de sus mejillas y se le escapó una mirada al cielo, pero en lugar de demostrar lo mucho que le había dolido que Sam hubiera venido expresamente a decírle lo que él ya sabía, decidió optar por utilizar la ironía que tantas veces le salvaba.

—Felicidades —simplificó con frialdad —. ¿Algo más?

—No te hagas el imbécil —respondió Sam bruscamente —. Sé que te has seguido acostando con él, que no ha sido cosa de una vez —Louis alzó ambas cejas levemente, pero no dijo nada —. Así que, creo que después de lo hijo de puta que has sido, lo menos que podrías hacer sería alejarte de él.

HousematesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora