CAPÍTULO 8: ASCIA

192 15 6
                                    

Por la mañana me levanto cansada, como si no hubiera dormido en toda la noche. Voy por la casa en pijama, bostezando y arrastrando los pies. Cuando entro en la cocina compruebo con algo de alegría que mi padre ha traído churros y mi madre ha preparado chocolate caliente. Bueno, al menos el desayuno me animará un poco; aunque , como me he levantado la última, me lo tomo sola.

Cuando estoy terminando de saborear el chocolate, escucho el timbre. Nadie acude a abrir la puerta y vuelve a sonar, así que dejo la taza y el plato en el fregadero y me dirijo al recibidor. Llego justo cuando Alejandro está abriendo la puerta y me quedo de piedra cuando veo a Kevin aparecer en el umbral con el casco en la mano, su cazadora de cuero y la mochila al hombro. Aunque él no se percata de mi presencia, está tan guapo con el flequillo revuelto y su sonrisa seductora, que me quiero morir de vergüenza por la pinta que debo tener yo, despeinada y en pijama.

─Hola, soy Kevin. ─le dice sonriente a mi hermano, que en lugar de invitarle a pasar, se queda pensativo y murmurando, como si le hubieran entregado un enigma que tuviera que resolver.

─Kevin... Kevin... ¿De qué me suena a mí ese nombre?

─¡Kevin! ¿Qué haces aquí? ─exclamo yo apartando a Alejandro a un lado y algo histérica por esta situación inesperada.

─Quería darte una sorpresa... ─responde, quizá con algo de desilusión en la voz.

─¡Claro, Kevin! Ese era el nombre que tenía mi hermana escrito en la libreta por todas partes. ─exclama de repente mi hermano haciendo que yo me ponga colorada como un tomate.

─¿Quién ha llamado a la puerta, Alejandro? ─pregunta mi padre que viene por el pasillo.

─Es Kevin, que viene a darle una sorpresa a Marta.

─¿Y quién es Kevin, si puede saberse?

Kevin y yo contestamos a la vez, aunque cosas diferentes...

─Su novio.─dice él.

─¡Un amigo!─exclamo yo.

Los dos nos miramos. Mi padre enarca las cejas sorprendido y Alejandro, que está disfrutando de lo lindo y al que sólo le falta el paquete de palomitas y sentarse a observar "la película", rompe el silencio.

─¿Tu novio? Pero yo creía que tu novio era el que salió contigo en el telediario... ¿Como dijeron que se llamaba...? ¡Ah, sí! Rubén.

Kevin se tensa de inmediato y yo le dedico una mirada furiosa a mi hermano, que capta con rapidez.

─Bueno, creo que me llaman... ─titubea dando pasos hacia atrás, aunque con cara de estar aguantando la risa ─¡Hora de irse! ─exclama mientras corre por el pasillo, seguro que en busca de mi madre, el muy cotilla.

Mi padre nos mira con detenimiento y yo vuelvo a ponerme colorada. Viendo lo tensa de la situación, me veo en la obligación de intervenir.

─Bueno, papá. ¿Por qué no le enseñas a Kevin la casa mientras me cambio de ropa?

─¿Eh? ¡Oh, sí. Claro! Pasa, pasa. ─dice sin mucho convencimiento.

Mi padre se dirige hacia el salón y nosotros le seguimos. Sólo saber que Kevin va detrás mía y que me estará observando, hace que mis mejillas vuelvan a teñirse de rojo y que desee perderme por las escaleras para subir a vestirme. Y eso es lo que hago nada más llegar al salón donde, como no podía ser de otro modo, se encontraba mi hermano hablando con mi madre, que me miraba sin comprender nada.

─Bueno, ahora vuelvo. ─digo mientras subo corriendo sin mirar atrás.

Cuando llego a mi dormitorio cierro la puerta de golpe y apoyo la espalda contra ella con respiración agitada. ¿Seguro que me he despertado? No puedo creerme que Kevin esté en mi casa. ¡Y sin avisar!

¿Y POR QUÉ NO?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora