CAPITULO 9: ADIVINOS Y CURANDEROS

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Camino de la Universidad no paro de morderme las uñas pensando en la reunión del periódico. No me apetece nada volver a ver a Alicia y tampoco sé qué piensan los demás sobre lo ocurrido. ¿Creerán que soy una tramposa? ¿Habrá logrado esa arpía que todos desconfíen de mí? Aunque sé que no he hecho nada malo, no puedo evitar que una oleada de rabia y frustración me invada cada vez que recuerdo su sonrisa triunfal y perversa al dejarme en evidencia delante de todos.

En mi mente trato de vengarme de Alicia imaginándomela fea, con una enorme berruga en la nariz, los dientes podridos y la cara verde, como las brujas malvadas de los cuentos; pero en la realidad no tengo ni idea de cómo voy a enfrentarme a la situación llegado el momento. Aunque esta vez, juego con un factor a mi favor ya que Rubén estará a mi lado apoyándome. Al menos eso espero.

─Deja de darle vueltas a la reunión y sobre todo deja ya de morderte las uñas. ─me ordena Raquel algo preocupada de verme tan nerviosa.

─No puedo evitarlo. ─Replico resoplando. ─No estoy acostumbrada a tener enemigos crueles que quieran acabar conmigo. Y más, sin yo haber hecho nada malo.

─Lo sé. Pero si quieres un consejo, te diré algo que mi madre me dice a menudo.

─Soy toda oídos. ─Respondo con un hilo de desesperación en mi voz.

─Nunca debes preocuparte. ─Comienza Raquel mirando al frente y en un tono solemne. Yo la miro esperando que continúe. ─Si tu problema tiene arreglo, soluciónalo. Y si no lo tiene... ¿Qué ganas preocupándote entonces?

─Dudo mucho que eso te lo haya dicho tu madre. ─Comento divertida tras meditar en la frase unos segundos.

─Me refiero a que no gastes energías dándole vueltas a la reunión porque eso no te ayudará. Yo me limitaría a portarme como si no hubiera pasado nada. Entra allí con tu cabeza bien alta y demuestra lo que vales.

Me quedo observándola por unos instantes con la boca abierta sorprendida por el buen consejo que acaba de darme.

─Guau... ¿Sabes qué? Por una vez y sin que sirva de precedente, voy a hacer caso de tus palabras. Se acabó agobiarme por la Barbie malvada.

Las palabras de Raquel junto con el hecho de ver a Kevin esperándome apoyado en su moto y dedicándome la mejor de sus sonrisas hace que entre en la Universidad con más seguridad en mí misma.

Entramos en el aula cogidos de la mano, pero en cuanto aparece Rubén, Kevin me agarra por la cintura y me estrecha junto a él en un gesto claramente posesivo mientras que con la mano libre me sujeta la barbilla.

─Hoy tienes el guapo subido, Ascia. ─Me susurra haciendo que su cálido aliento acaricie mi oído y me produzca escalofríos.

Por un segundo estoy a punto de enfadarme pensando que me ha confundido con otra, pero rápidamente llega a mi memoria la leyenda de la fuente de Pilitas que le conté el sábado y me alegro de que aún la recuerde. Le doy un beso tímido en los labios y él sonríe contra mi boca. Raquel carraspea indicando que está entrando el profesor y me separo de Kevin que me suelta a regañadientes y se sienta a mi lado.

Me paso toda la hora recordándome a mí misma que tengo que escuchar al maestro en lugar de mirar a Kevin embobada, y con mucho esfuerzo casi lo consigo.

─Luego te veo, nena. En las dos próximas clases no coincidimos. ─Me dice Kevin guiñándome un ojo mientras recoge sus libros. No me da tiempo a decirle que tendré la reunión del periódico porque en ese momento se acerca Rubén.

¿Y POR QUÉ NO?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora