Este capítulo va dedicado a mi amiga del alma: mononoke1108. Porque la quiero mucho y sobre todo para que me deje tranquila ya. Jijiji.
Así que, payasa, va por ti.CAPÍTULO 19: ¿QUÉ ESTOY HACIENDO?
Gracias a Dios, alguien está saliendo de mi portal y no necesito pararme a abrir la puerta con la llave, así que entro corriendo sin dar los buenos días y subo los escalones de tres en tres.
Ya estoy llegando a la tercera planta, que es donde está mi piso, pero cuando creo que estoy a salvo, escucho unos pasos ligeros que están cada vez más cerca.
Mis manos temblorosas por el miedo hacen que se caiga el bolso sin darme tiempo a sacar las llaves. Me agacho a recogerlo al borde del pánico por escuchar esos pasos casi a mi lado y, torpemente, trato de insertar la llave en la cerradura.
Mi corazón va a estallar cuando, justo mientras abro la puerta, una mano me sujeta por el hombro. Sin poderlo remediar, lanzo un grito desgarrador y me vuelvo a atizar a mi asaltador con el bolso en la cabeza.
─¡Ayyyy! Vale, vale... ¡Sé que no debía haberme enfadado y que he sido injusta contigo, pero no es para tanto! ¿No crees?
A pesar de saber que se trata de Raquel, mi cuerpo ha entrado en una especie de trance que hace que le siga dando varios golpes más. Lo paradójico es que mientras le atizo, le pido perdón.
─Lo siento, Raquel, pero estaba muerta de miedo. ─Le digo deteniéndome al fin y asomándome por la escalera para asegurarme de que no viene nadie. ─¿Te has cruzado con un hombre rubio y con barbas en la entrada?
Raquel lo niega con expresión preocupada por mi reacción mientras se acaricia su cabeza dolorida.
─¿Vienes de visitar a Rosa? ─Me pregunta con cierta ironía.
─¡Vaya hombre! Una mató a un gato y la llamaron "matagatos". No me lo he inventado bajo los efectos del anís. Estoy completamente lúcida y te digo que un hombre me ha estado siguiendo desde el autobús.
─Vale, vale. Te creo. ─Responde Raquel levantando las manos y mostrándome las palmas en señal de rendición. ─Venga, entremos ya, que te voy a preparar una tila y me lo cuentas todo.
A medida que le voy narrando mi historia a Raquel me va pareciendo más difícil de creer incluso a mí. ¿Habré sigo una exagerada paranoica? ¿Me habré dejado llevar por el pánico demasiado pronto?¿Qué sentido tiene que ese hombre desconocido me mirara con tanto odio y me persiguiera por la calle a plena luz del día?
Raquel no me dice nada, pero en sus ojos veo que está pensando lo mismo que yo, así que me quedo en silencio y continúo tomándome la tila.
─Bueno, Marta, no creo que tengas pruebas ni datos suficientes para poner una denuncia. ─Comenta, apoyada de pie en la encimera de la cocina, mientras sopla su infusión antes de darle un sorbo. ─Ni siquiera hay ningún establecimiento cercano con cámaras de vigilancia para poder echar un vistazo a ese hombre y comprobar lo que ha pasado.
─Vaya, parece que tanto ver la serie de CSI está dando sus frutos. ─Le digo entre risas para relajar un poco el ambiente. ─Por cierto, gracias por no seguir enfadada conmigo por lo de la carta. De verdad que no quería hacerte daño. Pero es que tu padre me paró en la calle el día anterior y...
─Lo sé. ─Me interrumpe Raquel.
─Y claro, estaba muy preocupado y me pidió que te diera la carta, y..
─Lo sé. ─Volvió a repetir Raquel. ─Me lo ha contado.
La miro con los ojos muy abiertos por la sorpresa ante sus palabras.
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¿Y POR QUÉ NO?
RomansaAnte mi silencio, se acerca lentamente y nuestros labios entreabiertos se rozan, quedándonos así por un momento eterno. Un beso incipiente que no llega, un deseo mutuo que no culmina, la respiración de ambos cada vez más agitada, sus brazos sujetánd...