CAPÍTULO 33: PERDIDO
Este capítulo lo he hecho a petición de CatiwiaCrowd, que quería que narrara Kevin.
(Narra Kevin)
Bajo las escaleras totalmente confundido y enfadado conmigo mismo.
Camino recriminándome mentalmente mi poco acertado comportamiento. ¿Se puede meter la pata más veces en un sólo día? Creo que no... Si pudiera golpearme a mí mismo, lo haría.
Cruzo la calle y me apoyo en el coche mirando la puerta con un destello de esperanza. ¿Quién sabe? Quizá salga a buscarme... Venga ya. ¿A quién intento engañar?
Esta mañana no pude hacerlo peor. A ver, repasemos, aunque sea por puro masoquismo, todas las veces que me he portado como un imbécil.
Me desperté tan nervioso como un niño el día de Reyes. El mejor regalo que pudiera desear, dormía plácidamente a mi lado. Besé con suavidad su hombro desnudo y después de observarla durante un rato, me levanté, me di una ducha y fui a preparar el desayuno.
Mientras hacía la masa para las tortitas, receta de mi abuela, no pude evitar pensar lo bien que se hubiera llevado ella con Marta y una sonrisa empezó a formarse en mi rostro. Hacía tiempo que no me levantaba tan feliz.
Con esa alegría en mi cara, entré en mi habitación y la encontré despierta. Al momento me di cuenta de que estaba bastante nerviosa y, en un intento por relajar el ambiente, me mostré como un auténtico idiota insensible.
Gracias a Dios, rectifiqué a tiempo y logré enmendar mi error y hacerle ver mis sentimientos.
Aunque por poco lo estropeo cuando la vi con esa ropa. No lo pude evitar... Sólo imaginar que otro tío pudiera quedarse tan embobado mirándola como lo estaba yo, hizo que los celos se apoderaran de mí y salieran en forma de comentarios estúpidos sobre su atuendo.
Vale, soy posesivo y estoy loco por ella. Mala combinación de emociones...
Llegamos a la universidad y me encontré conque tenía reunión del periódico. ¡Maldito periódico! Y de nuevo aparece Rubén en escena... Me gustaría llevarme bien con él, pero no puedo mirarlo y de repente olvidar lo que él siente por Marta. Y además está el hecho de que sigo teniendo miedo de que se vaya de la lengua...
Aún así, ante mis fallidos intentos de persuadirla de que no fuera a la inoportuna reunión, traté de no molestarme porque asistiera. No tengo derecho a prohibírselo al fin y al cabo. Tampoco quiero ser un impedimento para su felicidad y, me guste o no, eso la hace feliz.
Así que, resignado, me fui a la cafetería a esperarla. Iba por el segundo café, mirando nervioso cómo la aguja que marca los minutos se burlaba de mí dando vueltas sin parar mostrándome el paso del tiempo y lo poco que quedaba para que acabara el descanso, cuando de repente tuve un mal presentimiento y fui a buscarla.
Al llegar a la redacción y ver que no estaba allí no pude evitar preocuparme. La llamé y tenía su teléfono apagado. ¡Maldita sea! Me dirigí rápidamente a la clase y al no encontrarla tampoco, comencé a entrar en pánico, así que fui corriendo a la salida.
¿Y si se han cumplido mis peores temores? ¿Y si por mi culpa le ha pasado algo malo? ¿Y si se la han llevado y no la vuelvo a ver? ¿Y si la han engañado y le hacen daño?
Demasiados "Y si" sin respuesta como para que estuviera tranquilo.
Mientras corría para la calle, sentía que el corazón se me iba a salir del pecho. No sé que haría si le llegara a pasar algo.
Salí al exterior alarmado al no verla por ningún lado y de repente apareció ante mis ojos como si nada, acompañada por Rubén. ¡Cómo no!
El estado de ánimo que llevaba no fue un buen consejero a la hora de elegir mis palabras. El alivio de saber que Marta estaba bien, quedó colapsado por los nervios, los celos y el enfado de comprobar que me estaba preocupando cuando ella estaba tan tranquila.
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¿Y POR QUÉ NO?
RomanceAnte mi silencio, se acerca lentamente y nuestros labios entreabiertos se rozan, quedándonos así por un momento eterno. Un beso incipiente que no llega, un deseo mutuo que no culmina, la respiración de ambos cada vez más agitada, sus brazos sujetánd...