CAPÍTULO 2: RESTAURANTE ITALIANO

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Cuando llegamos el lunes a la universidad, Laura y Andrea nos están esperando en la puerta de la clase. Entramos y volvemos a sentarnos en los mismos asientos del viernes anterior. Me giro hacia atrás algo nerviosa y allí están esos ojos grises mirándome fijamente de nuevo. Le sonrío tímidamente pero Kevin me responde con una mirada inescrutable y seria. No entiendo de qué va. Quizá ni se acuerde de mí. Al menos eso es lo que parece. Raquel me da un codazo para que le preste atención. Está hablándome, evidentemente, de Marcos. ¡Qué sorpresa! Apenas nos da tiempo de charlar, cuando entra nuestro tutor y todos guardamos silencio.

─Buenos días. Espero que hayan ustedes pasado un buen fin de semana.

Alguna que otra risita suena en el fondo de la clase afirmando que así ha sido. Don José Luís, se detiene, nos observa y finalmente sonríe.

─Bien. También espero que tengan muchas ganas de trabajar, así que abran el libro por el tema 1, por favor.

Todos le hacemos caso."Historia del Mundo Actual". Siempre me ha gustado la asignatura de historia. No está mal empezar así el lunes.

En ese momento me suena el móvil advirtiéndome de que tengo un mensaje y una estruendosa melodía invade la clase. "¡Mierda!"─pienso para mí─"ayer estuve jugueteando con el teléfono, cambiándole tonos y se me olvidó ponerlo en silencio".

Rebusco en el bolso nerviosa para encontrar el maldito móvil disculpándome sin parar con el maestro, que espera pacientemente. La dichosa música sigue sonando y noto que todas las miradas están puestas en mí. ¡Por Dios, es que ese teléfono no va a callarse nunca! Y todo por un mísero mensaje. Por fin lo encuentro y lo paro.

─Perdón, maestro. Puede usted continuar con la clase.

El maestro me mira sorprendido.

─Hombre, muchas gracias por darme permiso.─Me responde sarcásticamente.

Todos se ríen y yo me pongo colorada. No quería que sonara así. Cuando el profesor se gira hacia la pizarra, miro el móvil y abro el mensaje. Es de Rubén.

No te olvides de la reunión que tenemos en el periódico a la hora del descanso.

¿Y para esto he pasado yo tanta vergüenza? ¿No podía haberme pasado una nota o haberse esperado al cambio de clase? Busco a Rubén con la mirada y lo veo desternillándose de risa a costa mía. Se encoge de hombros y me hace un gesto de disculpa. Yo le fulmino con la mirada y él sonríe y me guiña un ojo. Ya se la pagaré.

La mañana sigue transcurriendo con normalidad, es decir, aburrida y sin novedad con Kevin, hasta que llega la hora de tiempo libre. Rubén me espera sonriente en la puerta de clase.

─No te habrás olvidado de la reunión del periódico, ¿no?─me pregunta divertido.

─Qué gracioso... ─le replico con ironía ─Para que lo sepas, no suelo necesitar mensajes impertinentes para recordar mis asuntos.

─Mira, no te enfades. ─me dice mientras caminamos hasta el periódico ─¿Cómo voy a imaginarme yo que una chica tan precavida como tú, no ha puesto su móvil en silencio? ─Me mira con ojos tiernos y cuando estoy casi convencida de que su disculpa es sincera, aprieta los labios aguantando la risa y me suelta ─¿Y que encima tiene puesta a todo volumen la música más hortera que he escuchado nunca?

La risa de Rubén se oye ya por todo el pasillo recordando lo sucedido en clase. Yo le miro con los ojos entornados y ganas de asesinarle.

─Mira, yo... yo... te juro que...─me tiene tan enfadada que ya no sé ni qué decirle. Rubén me mira sonriente con gesto burlón y me abre la puerta del periódico.

¿Y POR QUÉ NO?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora