El resto de la mañana transcurre lentamente y sin novedad. En la hora del descanso voy a la cafetería con Raquel y Laura. Rubén no nos ha acompañado y no he querido presionarlo.
En cuanto a Kevin, se limita a mirarme de lejos entornando los ojos y poniéndome nerviosa. No sé si debo acercarme y hablar de lo de ayer o esperar a que sea él quien mueva ficha. Finalmente opto por la segunda opción.
Cuando terminan las clases, las tres decidimos comer algo ligero en un bar y luego visitar a Andrea al hospital. Rubén nos informa de que él irá más tarde, así que no le esperamos.
─¡Qué rica está esta tortilla de patatas! ─Exclama Laura con entusiasmo.
─Pues nuestra tapa de carne en salsa tampoco está nada mal, ¿verdad, Raquel?
Mi amiga no contesta. Sólo mira la pantalla de su teléfono móvil sin pestañear y con una cara que no consigo descifrar. ¿Miedo? ¿Sorpresa? ¿Alegría?
─Raquel, ¿ocurre algo?
Ella aparta la vista de su celular tras teclear frenéticamente un mensaje y me mira con cierta inquietud en sus ojos.
─Bueno... La suerte está echada.
─¿A qué te refieres? ─Pregunta Laura con la boca llena, lo cual me hace reír.
─Mi padre me ha mandado un mensaje diciéndome que quiere que vaya con él a merendar para presentarme a Sonia, su... pareja.
─Vaya... ─Susurro preocupada por mi amiga. ─¿Y qué le has dicho?
─Pues... en un arranque de valentía le he comunicado dónde estoy y me ha contestado que viene en media hora a recogerme. ¡Ay, madre! Ya estoy empezando a arrepentirme...
─Tranquila, todo va a ir bien. Ya verás. ─Le digo para darle ánimos.
─Eso espero... ─Murmura casi para ella misma soltando el tenedor en la mesa. ─Se me ha quitado el hambre...
Laura y yo la observamos con ternura tratando de transmitirle ánimo y comenzamos a hablar de otras cosas logrando que, a los pocos minutos, vuelva a ser la de siempre.
Cuando ya estamos pagándole al camarero nuestra consumición, el sonido de un coche tocando el claxon nos hace girar la cabeza en su dirección, para encontrar al padre de Raquel sonriéndole desde su auto. Ella suspira con algo de miedo y se despide de nosotras con un beso.
─Oye, Marta. ¿Quieres que me lleve tus libros para que vayas más cómoda al hospital? Mi padre me dejará más tarde en la puerta de casa, así que no me cuesta ningún trabajo.
─Me viene muy bien, gracias. ─Respondo pasándole mi mochila. ─Y suerte. ─Añado guiñándole un ojo.
Ella me responde con el mismo gesto antes de subirse al coche y alejarse con su padre.
Después de un breve trayecto en el autobús de línea, llegamos al hospital. Mientras atravesamos sus puertas, no puedo evitar recordar la vez que vine con Kevin y acabamos discutiendo. ¿Por qué será todo tan difícil con él?
Andrea se alegra mucho de nuestra visita y nos da un fuerte abrazo a las dos. Nos reconforta verla fuera de la cama. Su madre nos informa de que el médico le ha dado permiso para dar breves paseos por el pasillo, siempre y cuando tenga cuidado de que no se le salga la vía del suero y, por supuesto, no se mueva de esa planta.
Así que nos vamos a dar una vuelta por los corredores empujando el perchero con ruedas donde va colgado el gotero del suero.
─Bueno. Quiero saber todos los cotilleos de la universidad. ─Solicita Andrea frotándose las manos con malicia. ─¿Ha ocurrido algo interesante en mi ausencia?
ESTÁS LEYENDO
¿Y POR QUÉ NO?
RomanceAnte mi silencio, se acerca lentamente y nuestros labios entreabiertos se rozan, quedándonos así por un momento eterno. Un beso incipiente que no llega, un deseo mutuo que no culmina, la respiración de ambos cada vez más agitada, sus brazos sujetánd...