Capítulo 18: Vaya asco de día
Me sorprendo al encontrarme allí al padre de Raquel con el rostro compungido. Su mirada triste y su voz temblorosa destilan cierta desesperación. Por un momento me quedo sin palabras.
─Por favor, Marta. Necesito que me ayudes con Raquel. Noto que la estoy perdiendo... ─Implora con sus ojos clavados en mí.
Hombre, pues ahora que lo dices, meterle por las narices a tu amante sin previo aviso no es que haya sido muy acertado precisamente. ─Pienso sarcástica sin atreverme a expresarlo en voz alta.
─¿Has comido ya? ─Pregunta mirando su reloj de muñeca. ─Vamos, te invito a algo mientras hablamos.
─No... yo... bueno... tengo algo de prisa y... ─Titubeo tratando de inventar una excusa decente para escurrir el bulto y escapar de esa situación.
─Venga, Marta. Serán sólo unos minutos. Por favor....
Auchklgrejndcihdf... ¡Maldita sea! ¡¿Por qué no seré capaz de decir que no?!
Cuando me vengo a dar cuenta ya estamos sentados en una terraza cercana a nuestra calle pidiendo algo ligero para almorzar.
Yo sólo hago mirar a todos lados preocupada deseando que a Raquel no se le ocurra aparecer en estos momentos.
Cualquiera que me vea pensará que soy una fugitiva huyendo de la policía o algo así, pero lo cierto es que me da pánico que mi amiga me encuentre "hablando con el enemigo", como ella diría.
─Está bien. Le escucho. ─Digo deseando acabar cuanto antes este momento incómodo.
El padre de Raquel me observa sorprendido por breves instantes antes de comenzar a hablar en un tono apagado.
─Antes que nada, quiero que entiendas mi situación. Raquel parece ser que no se acuerda, pero entre su madre y yo, ya hacía mucho tiempo que el amor se había acabado. Nos pasábamos todo el día discutiendo y dándonos voces.
Me revuelvo molesta en la silla sin entender por qué me cuenta estas cosas tan íntimas. ¡Ni que yo fuera una consejera matrimonial...!
─Ella debe acordarse de los portazos y las veces que yo me iba enfadado y pasaba la noche fuera de casa. ─Continúa él sin hacer caso de mi gesto de incomodidad. ─Sin embargo ahora, desde que estamos separados, su madre y yo nos hablamos de otro modo. Estamos haciendo lo posible por ponernos de acuerdo en todos los aspectos del divorcio y de nuestra hija sin echarnos cosas en cara ni reprocharnos nada.
<<Nunca he engañado a mi mujer con otra. Es cierto que conozco a Sonia desde hace tiempo, pero mientras ha durado mi matrimonio, nunca he estado con ella. Sin embargo, tengo derecho a rehacer mi vida, ¿no?
El padre de Raquel me observa esperando una respuesta. No sé qué hacer. El simple hecho de estar aquí, hablando con él, ya me parece una traición hacia mi amiga.
─Preferiría no opinar en este asunto, si no le importa. ─Respondo finalmente. ─Usted ya me entiende... Raquel es mi mejor amiga y...
─Claro, claro. ─Interrumpe agitando las manos para quitarle importancia a lo que he dicho. ─Mira, Marta. Lo único que necesito es que Raquel me escuche. Ni siquiera me ha dado la oportunidad de explicarme, sencillamente ha cerrado la puerta al diálogo. ─Me mira frustrado unos instantes y continúa hablando. ─Apenas si le dirige la palabra a su madre y a mí ni me coge el teléfono.
<<Si ella conociera a Sonia, entendería que es una bella persona y para nada la causa de nuestra ruptura. ¿Acaso preferiría que su madre y yo siguiéramos juntos y odiándonos? ¿No es mejor estar separados pero llevándonos bien? A veces me molesta que Raquel sea tan infantil e ilusa...
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¿Y POR QUÉ NO?
RomanceAnte mi silencio, se acerca lentamente y nuestros labios entreabiertos se rozan, quedándonos así por un momento eterno. Un beso incipiente que no llega, un deseo mutuo que no culmina, la respiración de ambos cada vez más agitada, sus brazos sujetánd...