CAPÍTULO 16: ¿Y AHORA QUÉ?

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(Nota: El Barrio de la Rosa no existe. He preferido poner un nombre falso para que nadie se sienta ofendido en éste u otros capítulos.)

Respiro hondo antes de salir del cuarto de baño. No quiero que las chicas noten que he estado llorando. Sigo teniendo un caos mental que me da dolor de cabeza, pero no quiero fastidiarle el día a nadie. Lo único bueno desde que me he levantado es que ya no me duele el pie.

─Raquel, toma tu camiseta. ─Dice Andrea a la vez que le tiende la mano con la prenda. ─Gracias por prestármela.

─No hay de qué. ─Responde Raquel cogiendo la camiseta y guardándola en su maleta.

La verdad es que con toda la ropa que llevaba, Raquel podría haber vestido a todo el mundo en el albergue, incluidos monitores.

─¡Venga, aligerad! ─Exclama Laura entrando en la habitación. ─Ya está todo el mundo desayunando y con las maletas en el autobús, y nosotras así todavía.

─Tranquila. Aquí no nos van a dejar. ─Le digo para calmarla, aunque la realidad es que no me apetece para nada salir de la habitación y enfrentarme a la realidad.

Unos golpes en la puerta nos sobresaltan y casi por instinto me acerco a abrir. Cuando me encuentro a Alicia al otro lado de la puerta, me quedo inmóvil y sin palabras.

─Hola, Marta. ¿Cómo estás? ─Me pregunta amigable. ─Venía a ver si te dolía el pie y necesitabas ayuda con las cosas. Como yo ya lo tengo todo en el autobús...

Laura suspira sonoramente al escuchar eso. Y yo sigo sin saber cómo reaccionar. Una parte de mi, bueno una parte demasiado enorme de mi, no confía en esta chica de melena rubia que sonríe ante mis ojos y menos después de verla anoche con Kevin. Sin embargo, no gano nada enfrentándome de nuevo a ella y teniendo que volver a aguantar la otra versión de Alicia que tanto detesto. Quizá lo más prudente sea dejarla creer que somos amigas aunque no lo sienta del todo así.

─No, gracias...Ali. Ya no me duele. Puedo hacerlo yo sola. No te preocupes.

─Muy bien. Hasta luego entonces.

Cuando me doy la vuelta, Raquel está mirándome sorprendida.

─¿Y a esa qué mosca le ha picado? ─Pregunta arrugando la frente. ─¿De repente es tu amiga del alma? Pues yo no me fío de ella.

─Tranquila, Raquel, que no le voy a entregar mi vida ni nada por el estilo. Sólo voy a aprovechar su amabilidad porque prefiero esto que tenerla de enemiga.

Prefiero omitir lo que vi anoche, que además no sé definir con exactitud, o el hecho de que yo tampoco confío mucho en ella.

Dejamos la conversación en el aire al ver la mirada impaciente de Laura y abandonamos la habitación antes de que le de un ataque de ansiedad por nuestra tardanza.

Cuando llegamos al comedor casi todos han terminado de desayunar aunque todavía hay un grupo que está dando vueltas por el buffet llenando los platos de sus bandejas.

Agradezco mentalmente no encontrar a Kevin en el comedor. Desayunamos algo ligero y nos dirigimos hacia la explanada de la puerta donde esperan los autobuses. Casi todo el mundo ha guardado ya sus cosas en el maletero y están escuchando a doña Tere. Nos acercamos y me quiero morir cuando oigo lo que dice.

─A ver, lo repito otra vez. Os tenéis que subir al mismo autobús en el que habéis venido y en el mismo asiento, por favor. Así es más fácil comprobar que estáis todos y no hay tantos problemas para organizarnos.

¿Qué no hay tantos problemas? Pienso con frustración al ver que todos los esfuerzos por no encontrarme con Kevin habían sido inútiles. Ahora tendré que ir a su lado las tres horas que dura el viaje.

¿Y POR QUÉ NO?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora