CAPÍTULO 37: TE LO PROMETO

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Con la vista perdida y el agua caliente cayendo sobre mi piel, no puedo dejar de sonreír mientras recuerdo el beso que me ha dado Kevin en la cocina. Me ha tomado entre sus brazos sin previo aviso para sentarme sobre la encimera, aprisionándome después con su cuerpo sobre el mío.

No puedo evitar tocar mis labios reviviendo ese beso tan feroz,demandante y necesitado. Un beso sin secretos al fin.

Salgo de la ducha y me envuelvo en la toalla. Acaricio con mis dedos el espejo empañado y dejo al descubierto el reflejo de mi rostro.Por unos segundos, me observo sin llegar a reconocerme del todo. He cambiado tanto en estos meses...

Cuando mi pecho dio un vuelco el primer día que me encontré con esos ojos grises, supe al instante que mi corazón había encontrado su sitio. Aunque jamás hubiera imaginado el desenlace que esa decisión me iba a acarrear.

¿Me arrepiento de haber emprendido ese camino? No. ¿Tengo miedo de continuar en él? Sí. Pero a pesar de todos mis temores, no me imagino ya sin estar a su lado.

Un pequeño sobresalto me invade al recordar la promesa que le he hecho hace un rato. A pesar de todo lo que ha pasado entre nosotros, especialmente lo que ocurrió en su apartamento, sigue poniéndome terriblemente nerviosa saber que pasará la noche aquí.

Suspiro y comienzo a vestirme mientras tarareo una canción para templar mis nervios. Me pongo ropa cómoda y deportiva dispuesta a no salir del piso en toda la tarde. Cuando me cepillo el pelo, salgo del baño y me dirijo a la cocina.

Kevin se encuentra sentado en el sillón del salón conversando alegremente con Marcos, que está en el sofá con Raquel. Su pelo sigue aún mojado, después de haberse duchado y luce despreocupado con la misma vestimenta que la otra vez que durmió aquí, aunque también lleva una sudadera mía que me queda grande. Paso por delante suya con la ropa en las manos para meterla en la lavadora y él deja de hablar para mirarme descaradamente. Al instante noto arder mis mejillas y me apresuro a cruzar la habitación.

─¿Todo bien? ─Pregunta Raquel a mis espaldas dándome un pequeño susto y haciendo que me caiga sobre mi trasero debido al sobresalto.

Ella suelta una carcajada y yo me giro y la fulmino con la mirada. Acto seguido vuelvo a ponerme en cuclillas y continúo metiendo la ropa en la lavadora.

─Repito:¿Todo bien? ─Insiste mi amiga aún entre risas.

─Sí, todo perfecto, a pesar de tu traición en la cafetería. ─Replico concierto sarcasmo mientras me pongo de pie.

─Sabes de sobra que teníais muchas cosas que aclarar. ─Puntualiza Raquel apoyándose sobre la encimera mientras me observa echar el detergente en el cajón correspondiente. ─Y por lo que se ve, ya habéis solucionado vuestros problemas, ¿no?

Yo me cruzo de brazos y la observo pensativa. Supongo que tiene razón. Hemos corregido nuestras diferencias, aunque no sé si eso alejará los problemas que aún subyacen en nuestra historia.

Mi amiga me observa sonriente y sé que se siente contenta por mí, así que, de momento, no voy a agobiarla con todos los detalles de lo que ha pasado hoy. Me limito a esbozar una sonrisa y ella me da un cálido abrazo.

─Me alegro de que por fin empieces a ser feliz.

─Más me alegro yo. ─Respondo haciéndole un guiño travieso.

─Creo que ha sonado el timbre. Iré a ver si han llegado las pizzas.

─Raquel...─Le digo mientras la sujeto del brazo haciendo que se detenga y me mire con sorpresa. ─Quería decirte que... bueno, que esta noche quizá... en fin...

¿Y POR QUÉ NO?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora