Brístol, Inglaterra
Presente
― ¡Vamos, Mags! ―la motivé a no darse por vencida y a darle más fuego a la testosterona―. ¡Tú puedes!
― ¡No es justo! ―Hugo resopló―. ¡Son dos contra uno!
No tuve el descaro de desmentirlo. Tenía preferencias por Mags y lo hacía notar cuánto podía durante los entrenamientos exclusivos del par. En clase era otro asunto, allá no me permitía ninguna inclinación, pero entre los tres me unía al equipo Mags.
― ¡No puedo más! ―gritó ella antes de dejarse caer como peso muerto―. Lo siento. ―Cerró los ojos―. Soy humana, él no.
Me les acerqué. Hugo no se había rendido como Mags en el sentido de que no estaba en el piso pidiendo piedad, pero sí lo había hecho. Las sentadillas no eran el fuerte de ninguno. Lamentablemente para ellos mi misión era hacer que todo fuera su fuerte. De lograrlo no habría nada que los pudiera derrotar, pero para ello tenía que convertirme en una mamá pájaro y lanzarlos al precipicio de vez en cuando con la esperanza de que abrieran sus alas y me hicieran sentir orgullosa de mi labor.
Le ofrecí mi mano a la castaña.
―Ningún hombre lo es ―murmuré con una sonrisa.
―Esto es el colmo. ―Hugo empezó con los gruñidos cotidianos que alegraban mis días. Ya había tardado―. Lo que me faltaba era que vinieran con mierdas de mujeres. ¿Qué será lo próximo?
―Enseñarte a ser un caballero no estaría mal. ―Mags se incorporó con mi ayuda―. Nada mal.
―Perdón si no actúe cómo debía ―se mofó―. Estoy demasiado ocupado reparando mi autoestima como para levantar tu blandengue culo del piso.
Los irises verdes de Mags llamearon.
―No exageres, Hugo.
―No lo hago. ―Nos señaló―. Otro ya se habría suicidado.
Ella se cruzó de brazos y levantó una de sus cejas con superioridad. Yo hice lo mismo con las mías pero de sorpresa.
―Otro no estaría chillando.
¿Turn down for what?
Eso había sonado a algo que mi hermana o yo, en el caso de que me llevaran a los extremos de la cordura, diríamos y a nada como la pequeña y tímida Mags. No teníamos una eternidad conociéndonos, pero un par de clases conmigo y unos minutos a solas con Rachel, auspiciados por yo llenando mi cantimplora con agua en el salón de profesoras y Nathan pasando el día con los niños, al parecer fueron suficientes para molestar y convertir a su gatito interior en león.
Otra posible razón era que fuera una persona introvertida, lo que no tenía que ver con ser tímida o inocente, y le tomó confianzas a Hugo que, mezcladas con el resentimiento que le tenía, hacían combustión a la más mínima oportunidad.
Suspiré.
Sea como sea presentía que estaba transformándome en Víctor Frankenstein y que pronto debería responsabilizarme de una nueva arma viviente del sexo femenino.
―Deben mejorar esa manera de llevarse ―hablé desde la neutralidad al conseguir sus explosivas mentes adolescentes concentradas en mí―. Los jurados evaluarán sincronización. Es uno de los aspectos más notorios. ―Enderecé mis hombros y alcé la barbilla―. Sé que no son uña y mugre, pero necesitan ser uno con el otro y para eso deben llevarse bien. ―Chasqueé la lengua ante sus expresiones de horror―. O al menos no comerse entre ustedes. Sean caníbales con la competencia, esa es la única carne humana que les permito digerir y posteriormente desechar como... ―Paré al darme cuenta de que me estaba excediendo―. ¿Entendieron?
ESTÁS LEYENDO
Deseos ocultos © (DESEOS #2)
General FictionTras una corta temporada bajo el mandato de una jefa irritante, Marie Van Allen encuentra trabajo de instructora de baile en un antiguo edificio de Brístol. Tras la tormenta piensa que ha alcanzado la felicidad, eso mientras que para Ryan la vida nu...