Capítulo 23: Paso a paso.

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Brístol, Inglaterra

Presente

Desperté con un dolor de cabeza que no le desearía ni a mi peor enemigo. Levantarme e ir al baño fue una lucha que terminó cuando le eché un vistazo al espejo. Verme superó cualquier malestar o crisis. Mi reflejo lucía exactamente cómo me sentía: hecha un asco. Para solucionarlo me metí en la ducha y posteriormente en un albornoz. No me apetecía comer, las náuseas controlaban mi sistema, así que me estiré en el sofá con una taza de café. Eran las cuatro de la mañana. La luz del amanecer todavía no se colaba por mi ventana. El humo que surgía de la taza era mi única distracción. No me hizo falta encender la radio o el televisor, puesto que de por sí solos mis pensamientos eran lo suficientemente estridentes.

Explicar mi temprana animación no era sencillo. De entre mis memorias estaba Ryan husmeando en mi teléfono y activando la alarma. Debía quitarle el peso de haber elegido la hora, en un principio pretendió que me despertara con quince minutos de anticipación, porque a causa del sarcasmo en mis comentarios fue que la cambió. Y también estaban los de nosotros bailando sin cesar. También su gesto de llevarme a casa mientras que Rachel, rompedora de promesas, y los demás madrugaron.

A su manera bruta fue amable y reservado. Incluso me encontré pasándola bien lejos del montón. Con él. No obstante, estaba segurísima de que su amabilidad fue un intento suyo de hacer mejorar nuestra convivencia.

Demasiado distante y cordial.

Los hechos eran de lejos paces. Entre nosotros las acciones pasadas pesaban más que palabras o arrepentimientos, pero si aquella fue su intención lo logró. Ayer no pensaba que ninguno de los dos pudiera apartar su rivalidad con el otro, sus adversidades, pero hoy lo veía con más profesionalismo. Era capaz de introducirme menos en lo personal. No me mentiría a mí misma diciéndome que la situación cobró espontáneamente una perspectiva de unicornios y arcoíris. Solamente los niveles de complejidad habían descendido, mientras que mi tolerancia se elevó.

Mi mente, por otro lado, estaba resentida con Cornelia y conmigo misma por invocar viejos momentos que me llevaron a aceptar que mi química con Ryan en la pista era buena, lo que a su vez me obligó a admitir que nosotros como pareja de baile éramos una vía segura a la victoria.

―Perdóname por lo de ayer, Marie, estaba estresado ―dijo apenas respondí. Patrick era de esas personas que no dormían mucho, como yo, y por ello no era ninguna rareza que me estuviera llamando a las cinco de la mañana mientras me alistaba. Y además trabajaba―. Muñeca, he tenido una semana larga. No volverá a pasar, en serio. Lo siento.

―No, Pat... ―Activé el altavoz para poder vestirme―. Perdóname tú a mí. Sé que te sientes incómodo después de lo que pasó, debí ser más... ―Busqué la palabra indicada. ¿Menos nigromántica?―. Tolerante.

―Pero Marie...

Le chité con buenas intenciones. No estaba entre mis planes que se sintiera eternamente culpable por nuestro pequeño conflicto, pero sí que se arrepintiera de sus acciones como yo lo hacía de las mías. Tras alcanzado mi meta no quería nada más que no fuera abrazarlo. Tranquilizarlo.

―No pasa nada ―le resté importancia.

―Bien...

―Ajá.

―Me sentiría mejor compensándotelo.

Sonreí tomando mi bolsa de ejercicio.

Ya estaba lista para salir y encontrarme con Ryan que, según su mensaje de texto, ya envió a alguien a recogerme.

―Si eso te hace sentir mejor no estoy en contra. ―Sabía que de negarme seguiría insistiendo y que de callarse lo pasaría mal―. ¿Qué tienes en mente?

Deseos ocultos © (DESEOS #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora