Brístol, Inglaterra
Presente
Corrí tras ellos sin detenerme a pensar qué estaba haciendo. Simplemente lo hice. Me sentía libre, separada de un grillete que por años estuvo reteniendo una parte de mí. Una que los que me conocieron después de tenerlo jamás han visto. Mags y Hugo, los más cercanos a mí por las horas que pasábamos juntos, notaron mi repentino cambio desde el comienzo de la clase, pero ninguno de los dos opinó al respecto. Quizás temían decirlo en voz alta por miedo a que el efecto desapareciera, algo así como cuando te piden revelar el deseo que pediste el día de tu cumpleaños. Quería animarlos a desprenderse del temor, pero yo también lo tenía. Ryan y yo bailamos sin parar en el garaje, tanto que terminamos montando media coreografía, y eso definitivamente contó como la oficialización de nuestra nueva relación basada inicialmente en limar las asperezas del pasado. Y fue tan lindo, genial lo que vivimos como bailarines junto a los cargamentos, que volver a lo de antes sería resignarse a pisar la tierra tras conocer el cielo.
Al acabar la sesión grupal con los chicos, dónde los puse a trotar por Southville uno tras otro al mismo ritmo como otra de mis técnicas para mejorar la sincronización, me reuní unos quince minutos con Sad, quién hacía malabares con sus gemelas pelirrojas mientras me pedía un favor, y regresé al salón para encargarme del dúo de Mags y Hugo. Ya lo hacían estupendamente. No podía estar más orgullosa de ellos. Ganaran o no, ni siquiera sus madres los aplaudirían como yo.
Estaba por salir para irme a la agencia de Rachel, desde la mañana me estuvo llamando para que almorzáramos juntas, cuando pasos rápidos hicieron que dejara de retirarme la falda para ver a quién se le quedó algo. Me llevé una gran sorpresa al notar a Mags, sollozando, dirigiéndose directamente hacia mí. No lo pensé dos veces y la abracé de vuelta. ¿Qué le habían hecho ahora? Como adulta responsable e imparcial, no podía ir halando orejas por la vida. Pero como mujer que entiende a la perfección lo cruel que puede llegar a ser el mundo para los débiles de corazón, la consolé.
―Mags, cariño, ¿qué sucedió? ―Intenté que no se notara que me sentía un tanto incómoda siendo la buena de la historia―. ¿Por qué lloras?
Me miró con sus grandes ojos marrones llenos de lágrimas―. Lo hizo de nuevo, Marie. ―Hipó―. O bueno, en realidad no hizo nada. Nunca hace nada.
No hacía falta preguntar a quién se refería―. Hablaré con Hugo, ¿sí?
―No. Déjalo estar ―arrastró las palabras apartándose de mí―. No importa.
Arrugué la frente―. ¿Cómo qué no? Sé que no puedo ponerle un dedo encima, pero te diré cómo patearle el trasero. ―Le sonreí cuando se echó a reír entre moqueos―. Será divertido.
Mags barrió las lágrimas lejos de su rostro. Había estado tan tranquilo todo hoy... ¿por qué mis alumnos adolescentes debían ser tan hijos de puta?
―Seguro que sí.
―¿Eso quiere decir que tenemos planes?
―No, no, tranquila. ―Agachó la mirada. Aparentemente sus zapatillas eran más lindas que mi cara. Siempre era así―. Lo siento por molestarte, sé que tienes que ir a tu otro trabajo. Yo solo... yo solo necesitaba...
«Calor y comprensión», entendí entre líneas.
―No te preocupes ―le resté importancia para no hacerla sentir peor―. De todas formas iba a practicar una o dos veces un bailecito que me ha tenido pensando.
―¿En serio?
―Sí, ¿quieres quedarte a verlo?
Mags asintió como loca, repentinamente emocionada, y fue corriendo a buscar sus cosas en el banco del pasillo en el que las había dejado. Cuando volvió la tomé con la guardia baja pidiéndole que lo intentara conmigo. En un principio le dio vergüenza, pero su pudor se desvaneció al prometerle que podría aportar pasos y algún que otro toque suyo.
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Deseos ocultos © (DESEOS #2)
Ficção GeralTras una corta temporada bajo el mandato de una jefa irritante, Marie Van Allen encuentra trabajo de instructora de baile en un antiguo edificio de Brístol. Tras la tormenta piensa que ha alcanzado la felicidad, eso mientras que para Ryan la vida nu...