Brístol, Inglaterra
Presente
Me iba perfecto. Brístol había robado el sitio de Dionish al convertirse en mi hogar. No podía omitir lo bien que congeniaba con su modelo de centro administrativo comercial y artístico. Y mi entusiasmo con respecto a la ciudad también tenía que ver con tener a Rachel y a Loren cerca, ellos y los niños eran mi familia a pesar de cualquier choque. Para completar al clan Van Allen sólo hacía falta Lucius y Anastasia, mis padres, pero ellos venían tanto por sus nietos que no nos permitían echarlos en falta.
Su última visita había sido en Enero, cuando se celebraron los cuatro meses de George, y pronto volverían para el cumpleaños de Madison. Ellos pudieron ser condescendientes con sus hijos a lo largo de su crianza y adultez, pero los niños de mi hermana eran un asunto distinto.
―Preparar su segundo cumpleaños ha sido todavía peor que el primero. ―Rachel depositó un beso en la cima de la cabeza de Madison de pie en el carrito―. Encima tengo que tratar con sus abuelos, llegan hoy en la noche y no sé si pueda soportarlos con tanto estrés en medio.
Para mi suerte ellos se quedarían en su casa, no en la mía.
― ¿Ya tienes todo arreglado?
―No ―respondió―. Nathan está terminando de comprar la comida para ellos y lo que le pedí para la reunión. George está con él.
Madison giró el rostro al escuchar la mención del nombre de su hermano, buscándolo para torturarlo con sus juegos. No me quedó más remedio que compartir mi diversión con el mundo cuando ella empezó a patalear para que la sacaran. La reñí y se calmó. La idea era ayudar a Rachel, echarle un ojo a Madison. Estaba acompañándola de piñatería en piñatería por ello.
Maddie no lo hizo fácil con su actitud, por otro lado. Cuidarla y evitar distraerme con su presencia era algo difícil. No me gustaban los niños, prefería pasar mi tiempo con personas de mi edad y no comprometidas con pequeñas criaturas.
Ellas eran la excepción.
Ambas tenían su gran impacto sobre los demás, similares en resultado pero no en maneras. Rachel se había convertido en una mujer que llamaba la atención de los hombres, sobre todo la de su marido, con su actitud impulsiva e inteligente hablar. Maddie en cambio, a pesar de poseer su misma personalidad dominante y extrovertida, era un corazón andante. Físicamente tenían un gran parecido que se elevaba cuando Rach la vestía como una copia de sí misma.
Era imposible no amarlas.
Sin embargo, viendo a la madre escoger serpentinas y gorritos de fiesta, me sorprendía con cómo una mujer dedicada a planificar y elaborar eventos de gran alcance, realmente importantes y no para niños, se desmoronaba con un cumpleaños. Frente a mis ojos estaba dejando de ser la paranoica de los negocios, sacando su lado de madre común a la luz.
―No seas ridícula, será la mejor fiesta de cumpleaños del mes ―le subí los ánimos.
Metió tres paquetes de globos metalizados al carrito y Madison los acomodó; éramos un equipo.
―Lo sé ―me dijo con un énfasis cansado―, pero sigue siendo difícil. No sé cómo lo hago, supongo que es más sencillo cumplir los sueños de otros.
―Madison es tu hija, es normal que te importe el doble.
―También me preocupa el doble. ―Arregló el cuello del vestido de la cumpleañera, prenda del mismo lila perlado que su chaqueta―. No quiero que me odie.
Maddie y yo compartimos una mirada, el intercambio terminó en una sonrisa de ella y en un suspiro mío.
―Tiene casi dos años, Rach. ―Cogí dos bolsas de papelillo―. Sólo te podría odiar si la dejas sin MTV en la mañana.
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Deseos ocultos © (DESEOS #2)
Ficción GeneralTras una corta temporada bajo el mandato de una jefa irritante, Marie Van Allen encuentra trabajo de instructora de baile en un antiguo edificio de Brístol. Tras la tormenta piensa que ha alcanzado la felicidad, eso mientras que para Ryan la vida nu...