Brístol, Inglaterra
Presente
Rachel me dio el día libre. Desistí de ir a Collingwood por cansancio. Ryan, siendo lo más caballero que podía dadas las circunstancias, hizo caso omiso de lo sucedido y me llevó a casa tras darme de desayunar. Por fortuna Gary se quedó con Eduardo, por lo que no nos topamos con él y su escrutinio. Salimos, entramos en su coche y llegamos a mi edificio en silencio. No sabía si me hubiera sentido mejor de haber tenido una respuesta más humana y cálida, menos robótica, de su parte, pero si su intención fue dejármelo lo más cómodo posible: lo logró. No hablar de ellos, ignorarnos por completo, me recordaba los tiempos en los que no lo quería cerca. No me enojé con él por hacerlo porque era justo lo que necesitaba; espacio para decidir qué hacer con lo que hice con él.
─Llámame si quieres ─dijo a mis espaldas cuando empecé a bajarme.
─Lo haré.
─Marie... ─empezó─. Eso no debió pasar. Sé que te debes sentir fatal. Fue una mala jugada de mi parte. Debes estar pensando que soy un imbécil que no se merece estar cerca de ti. Habíamos acordado respetarnos. ─Escuché cómo dejó caer la frente sobre el volante─. Lo siento.
Me apoyé un poco en la puerta, pero no lo miré─. Lo sé.─Esta vez es cierto. Juro que no te volveré a llamarte bruja, princesa.
«¿Princesa?». ¿Qué?
Terminé de despertarme con sus palabras. Ryan, sin embargo, no dio explicación alguna. Se despidió con una sonrisita. Me alejé a tiempo que aceleraba. ¿Esa fue su forma de decir que no se arrepentía? Qué ser sin escrúpulos. Pero claro. Acostándose conmigo no engañaba a nadie, yo sí. Mientras que yo me retorcía en el infierno de los infieles, él era libre de estar conmigo y con quién quisiera. Era yo la que estaba rompiendo mis lazos con el mejor y más amable hombre de Inglaterra, no él. Mis ojos se llenaron de lágrimas que derramé subiendo a mi piso. Patrick no se merecía esto. No me merecía. Y yo tampoco lo merecía, no de nuevo. Cada vez que recordaba lo ocurrido y mi estómago se llenaba de mariposas, sentía que el kilométrico camino que recorrí se acortaba hasta estar a punto de desaparecer. No era justo que tanto tiempo fuera tan insignificante al lado de unas cuantas horas a su parte. No lo era que lo hubiera preferido, a él que tanto daño me hizo, sobre mi salvación. Por más llena de altos y bajos que me desconcertaron, la noche no debió terminar conmigo siendo suya.
Debí resistir. No debí caer. Debí buscar calor en los brazos que me pertenecían, no en los que me pertenecieron. No debí encontrar consuelo en ellos. Y debí sentirme mal al respecto, no querer volver a ceder como actualmente era el caso. Al ver su rostro soñoliento y satisfecho en la mañana, desconcertado, las ganas de besarlo me invadieron al grado de tener que renunciar a mirarlo para no sumergirme en el impulso. Por más que lo negara, por más que él lo ignorara, lo nuestro era más fuerte que el tiempo y la cólera.
Era amor.
Uno que nos consumía más de lo que fortalecía, pero amor. Y que lo fuera no me excusaba. No cuando otros salían heridos.
─¡Sorpresa! ─la voz de Pat en efecto me tomó por sorpresa.
─¿Qué haces aquí? ─pregunté sin filtros─. No te esperaba. Se supone que deberías avisarme antes de venir para estar lista. ─Lo abracé con ansias sobreactuadas. No quería que fuera evidente que era a quién menos deseaba ver en esos instantes─. No me gusta que me veas mal.
─¿Estás mal? ─Me ofreció una mirada hambrienta que se concentró en la abertura de mi abrigo. Esta dejaba ver el encaje, las plumas y los ligueros en mis muslos─. Yo te veo bien. ─Depositó un beso en mi mejilla─. Muy.
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Deseos ocultos © (DESEOS #2)
Fiksi UmumTras una corta temporada bajo el mandato de una jefa irritante, Marie Van Allen encuentra trabajo de instructora de baile en un antiguo edificio de Brístol. Tras la tormenta piensa que ha alcanzado la felicidad, eso mientras que para Ryan la vida nu...