Arrogancia. |5|

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Aún seguía consternada, simplemente no podía creerlo.
Con seguridad podía afirmar que si presentaba mi caso a uno de esos famosos programas recibiría un premio a la persona con más suerte en todo el país.

Y sí, sí es sarcasmo.

-¿Disculpa? tú no puedes hablarme de esa manera ¿quién te crees?- Mi sangre hervía, podía percatarme por el reflejo de la motocicleta de que mi rostro había enrojecido y claramente no era por estar frente al rey del sex appeal.

Con desdén me empujó fuera de su camino, pues sus hombros me habían obligado a apartarme del lugar.

La examinó con cuidado, minuciosamente. Iba y venía; revisaba las llantas, el gran foco central, la carcasa blanca, los asientos de cuero negro e incluso el respaldo del asiento, pasando la yema de sus dedos contorneando. Su mandíbula se mantenía en una perfecta línea recta, más si encontraba un raspón o alguna imperceptible abolladura.

Comencé a sacar el poco dinero que me había sobrado del almuerzo; trataba de ayudar o enmendarlo.

- Guardate eso, no necesito tu caridad.

Y con un pinchazo en el pecho guardé mi poco efectivo, sorpresivamente con un sentimiento de ira, tristeza y quizás coraje ante su actitud tan tosca y torpe.

- Oigo un murmuro... - Respondió burlesco mientras simulaba buscar a alguien a los alrededores, mofándose de mí. Se subió a la motocicleta, colocó su casco con habilidad y apenas había terminado me dirigió una sonrisa arrogante.- Oh, creo que no es nada importante.

Y sin más arrancó.

Lo tenía frente a mí y el muy salvaje casi me pasaba la motocicleta por encima, claro, de no ser porque me arrojé hacia el otro extremo de la acera aún seguía más o menos ilesa, pues mi tobillo se había torcido y de mi brazo brotaban pequeñas y muy espesas gotas de sangre; seguramente dejaría un moretón.

Entre quejidos busqué al abrasivo chico; no lo había perdido de vista en su totalidad, pues repentinamente había parado en el centro del estacionamiento, manteniendo el equilibrio con una pierna.

Quizás vendrá a ayudarme, pensé.

- Se me olvidó algo.- Dijo lo suficientemente fuerte para que pudiera escucharlo mientras este me miraba por los espejos, sonriente y energético. Arrogante como sólo él sabía serlo.

Rebuscó de entre sus bolsillos una cajetilla de cigarros, al igual que un encendedor. Sacó solamente uno y como si fuera un veterano consiguió que la flama consumiera parte del cigarrillo en un dos por tres, encendiendo un extremo. Lo colocó con elegancia sobre sus labios, proporcionó una larga calada e indiferente levantó su dedo corazón, expulsando todo el humo tras carcajear y abandonar el lugar, claro, no sin antes dejar una gran nube de humo grisáceo.

Comencé a toser descontroladamente, intentando apartar la espesa nube de mi rostro, a duras penas, pues mi brazo aún palpitaba de dolor.

—Maldito salvaje.— Murmuré con dificultad. Tomé mis pocas cosas que estaban esparcidas por el suelo y sin más me dispuse a ir hacia mi destino, renqueando y con un gran sentimiento de impotencia.

Green. || EDITANDO ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora