Calcetines graciosos.|2|

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En realidad mi habitación nueva era mucho más cómoda de lo que era mi antigua recámara; no sé si era la preciosa vista al hermoso jardín fresco con rosas blancas adornanlo por doquier o por el simple hecho de que esta había sido remodelada a mi antojo, con colores fríos; grisáceos y azules.

No habían pasado más de dos minutos cuando un sonido a través de la puerta me sacó de mi trance; retiré mis auriculares con pereza, apagué la música y dejé mis camisetas semidobladas sobre la cama. Fui hacia la puerta con toda la intención de escuchar a través de la madera lo que sucedía, mas, aunque se escuchara un sonido hueco, la voz de una mujer reprendiendo a alguien fue lo único que mis oídos pudieron captar.

"Matt, cuántas veces tengo que decirte que no te comas la Nutella. Tienes que nutrirte, cariño, ¿por qué no te preparas un poco de carne?" Se escuchó a la mujer, que suponía era su madre, quien reprendía dulcemente a su hijo.

"En mi defensa...mhn...no, no se me ocurre nada, lo siento."Escuché al ojiazual murmurar con diversión, quizá con un buen bocado de comida en su boca, pues este se escuchaba con más dificultad.

Finalmente, con una sonrisa deslumbrante decidí bajar de mi habitación, pues aún no tenía el placer de conocer a Maura en persona. Entré a la pieza, que para mi sorpresa había un olor a carne impregnado en el aire; la viejecilla cocinaba un gran bistek de res, custodiando la nutella semiabierta a su costado; casi podía asegurar que se la había confiscado al de ojos celestes.

— Buenos días...—

Tan pronto susurré el cuerpo ajeno soltó la palita de madera, e inmediato giró su pulcro cuerpo para recibirme con los brazos abiertos ,de par en par.Fui hacia ella, estrechándola con la misma delicadeza y gusto que ella lo hacía.

—Un gusto conocerte, cariño, soy Maura. A mi glotón Matt ya lo conociste, así que no hay necesidad de presentarlos.— Bisbiseó volviendo a ver al rubio, quien yacía sobre una silla con el entrecejo fruncido, mirando con mala cara a su madre.

—Es todo un placer conocerla, muchas gracias por recibirme, todo es precioso.— Empecé efusiva, acariciando con ternura las desgastadas manos de la mujer, sin embargo, al mirar a su hijo, quién ya había robado el frasco de nutella y comenzaba a meter su lengua con descontrol dentro del frasco, mi voz se volvió apaciguada, extrañamente impresionada con el apetito voraz del pálido.

—Lo sé, cariño, es un poco extraño.— Con una sonrisa de oreja a oreja asentí, totalmente de acuerdo.

—¡Esto es un complot!— Se escuchó ajena la voz del rubio, quien con una mejilla aplastada contra el envase de plástico, luchaba a muerte,pues quería devorar hasta la última gota del dulce.

—Será bueno que se vayan a dormir, mañana sera un día pesado, ¡su primer día de clases! Ya arreglé sus asuntos escolares, estarán en la misma aula.—Dijo alegremente Maura, mientras le quitaba el ahora vacío frasco de nutella al terco de su hijo. Este último bufó indignado, abandonó la sala y antes de desaparecer susurró un"Buenas noches " evidentemente enojado por no dejar que terminara su recorrido a Nutellandia.

—Buenas Noches Maura. Nuevamente muchas gracias por aceptarme aquí, no causaré molestias.—

—Es un placer, cariño, ahora a dormir.—Depositó un maternal beso en mi frente antes de echarnos de la habitación.

Mientras abandonaba la sala recordé a mis padres; los extrañaba, pero sabía que esta era la mejor decisión para mi futuro y ellos lo entendían.

Abrí mis ojos con pereza a causa de un rayo de luz que se colaba de entre mis cortinas. Irisaba mi piel, pintando aquellos preciosos colores del arcoiris sobre mi mejilla, sin embargo este no fue una de mis preocupaciones, pues al ver con más claridad pude percatarme de que el hermoso chico de ojos celestes yacía sobre mí, mirándome con un atisbo de diversión y burla.

Conmocionada arrojé fuera de mi alcance al chico de cabellera dorada, haciendo que cayese a la afelpada alfombra de mi habitación.

—¡¿Qué haces?!— Grité intentando de forma inutil cubrir mi horrendo peinado con una almohadilla.

Vaya que lidiar con el cabello ruloso era complicado.

Entre quejidos y jadeos de dolor, el chico de tez blanca se reincorporó.—Mamá dijo que te levantara hace quince minutos...pero te veías tan tierna susurrando "Oh, Adám, por supuesto que quiero ser la señora de Leviene, eso no se pregunta." que decidí no despertarte y arruinar su grandiosa propuesta de matrimonio.

"Es tan lindo el rubiecito, me dan ganas de apretarle absolutamente todo"Pensé mientras Matt me dedicaba una sonrisa mas amplia y de entre risas finalmente estallaba en carcajadas.

¿Ahora de que se reía?

— Mira, tú puedes apretarme lo que quieras después, Alessandra, ahora debemos irnos, ya se nos hizo tarde.— Y sin más abandonó la habitación.

Perfecto, ahora te cree una enferma.

Rápidamente y con las mejillas ardiendo, me arreglé lo mejor que pude; ¡un poco de maquillaje, perfume y listo!
Bajé las escaleras de dos en dos, casi tropezando en el penúltimo escalón a causa de un calcetín con patitos... ¿Qué hacía un calcetín de patitos?

—Vaya...te ves preciosa.— Murmuró una voz aguada que rápidamente identifiqué como la de Matt. Un silbido, seguido de tenderme la mano para ayudarme y retirar el calcetín fue lo que sucedió en los próximos segundos.

Me veía fijamente, podría jurar que casi consternado, con una sonrisa tímida en sus labios.

— En realidad te ves muy atractiva. Ni Styles podría con tanta belleza.—Tomó mi mochila y la colocó sobre su hombro, un gesto bastante caballeroso de su parte.

—¿Disculpa, quién?— Intenté ignorar el comentario anterior para así evitar ruborizarme; el chico me conocía más sonrojada que en mi estado normal.

—Nada.Nadie importante. ¿Nos vamos?—Dijo Matt mientras abría la enorme puerta blanca y me cedía el paso.

— Aquí vamos.

Green. || EDITANDO ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora