Capítulo 24 - Te quiero, Lou.

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-Soy peor en lo que hago mejor. Y por este regalo me siento bendecido. Nuestro pequeño grupo siempre ha estado y estará hasta el final. Hola, hola, hola, ¿cuán bajo estás? Hola, hola, hola. Con las luces apagadas es menos peligroso. Aquí estamos ahora, entretennos. Me siento estúpido y contagioso. –



Bajo del auto con la mirada en el suelo, siendo completamente consiente que en cualquier momento podría llegar su padre y verla allí.

En realidad ya no le importaba mucho lo que su padre pensara, pero extrañaba a sus hermanos, más de lo que podría describir. Ha vivido con Liam más de un mes, pero todo se sigue sintiendo tan irreal. Como si de repente fuera a despertar y se diera cuenta que todo fue un simple sueño.

Entro con sus viejas llaves a la casa y apago la alarma. Recorrió el mismo piso flamante de blanco y subió las escaleras de material cristalino que te hacía ver la larga caída hacía abajo conforme subías. Reflejaba lo fácil que era empezar a subir escalones, y cuanto arriesgabas conforme lo hacías.

En la vida solo subes y bajas como se te antoje, pero tú decides que tanto, siendo completamente consiente que entre más abajo, más seguro. Y entre más arriba más arriesgas. Pero la persistente duda de cómo será estar en la cima resulta ser tan abrumadora que decides dejar de mirar hacia abajo y sigues subiendo.

Se dejó de vacilaciones al detenerse justo frente a la puerta de su habitación. La abrió muy lentamente y se encontró con todo tal y como estaba antes. El mismo edredón con las mismas mariposas pintadas en la pared. Suspiro y busco por algunas cajas de su closet que contenían zapatos o calcetines.

Acomodo sus libros y por último se llevó algunos recuerdos. Fotografías y un peluche que su hermanito le había dado cuando cumplió quince. Le hablo a Liam y juntos bajaron todo con calma, hasta introducirlo en el auto. Angie dio una última mirada a su casa. O al menos el sitio que habito durante casi un año.

Definitivamente no extrañaría ese lugar.


 

El mismo pitido ya se había vuelto insoportable. Las enfermeras de vez en cuando decidían apagar el sonido y dejarlo en alarma de emergencia. Para que cada pitido que los latidos del corazón de Harry no exasperaran a los visitantes. Pero esta vez no pudo ser, ya que se habían llevado a Harry a hacer algunos estudios y seguía dormido a causa del sedante que le administraron.

Louis estuvo allí un par de horas, estudiando y después decidió dirigirse a acompañar a Zayn un rato. La escuela había culminado oficialmente y su cumpleaños se encontraba muy cerca. Era obvio que todos habían reprobado el año escolar, y tendrían que asistir a la escuela durante las vacaciones para asistir a los remediales y así no atrasarse con sus estudios.

Louis llegó y entro sin tocar. Zayn se encontraba dormido, dejando su cabeza descansar sobre la cama, aun lado de la de Niall. El rostro del rubio seguía igual de pálido e inexpresivo. Le dio un vuelco al corazón. Se preguntó como Zayn podría si quiera atreverse a mirarlo, durante horas y horas. Niall no llegó a ser tan importante para él y aun así, cada vez que lo veía en ese estado, sentía que las piernas le fallaban.

-Hola – dio un brinco al escuchar una voz a su izquierda.

-Liam, casi me matas de un infarto – le dijo agitado –. ¿Qué haces aquí?

-Angie fue por café – se encogió de hombros.

Louis solo asintió inexpresivo y se sentó algo alejado de él en el sofá, suspirando con pesadez. Se quedaron en silencio durante un largo momento, hasta que Liam volvió a cortarlo.

Anorexia (Larry Stylinson)Where stories live. Discover now