Capítulo 26 - Susurros

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– Solo, perdido en este abismo, arrastrándome en la oscuridad. Y me pregunto ¿en dónde estás? ¿Quieres venir a mi rescate? ¿Me dejarás morir? Pero no puedo renunciar a ti. Siento que me mantienes vivo, eres mi salvación –


No podía moverme. Eso era todo.

Lo demás era solo oscuridad. Lo único que sentía era el cuerpo pesado y la mente ligera. Casi sentía que flotaba. Flotaba en ningún lugar. De repente escuchaba susurros en el aire, si es que lo que me rodeaba era aire.

La verdad también sentía la respiración pesada. Como si no fuera mía. Como si la controlara alguien más. Y cada bocanada era menos mía. Como si de repente alguien estuviera respirando por mí. Como si me robaran el alma y se la amarraran a alguien más, pero seguía dependiendo de ella. Seguía sintiéndola como mía, pero sin serlo al mismo tiempo. Y sentía que cada vez me dormía más. El oxígeno estaba allí, pero seguía faltando, como mi respiración. Y sentía que me dormía.

Y después volvían los susurros.

Al principio borrosos y lejanos. Y mientras más eran, se escuchaban más claros. No sabía porque, pero me gustaban. No era lo que decían. Era más como si los recordara. El timbre de la voz. La voz en si era conocida. Y sabía que me gustaba, porque me sentía dormido pero despierto. En vez de despierto y perdido.

Sentía que la vida vibraba atreves de mis venas, pero sin poder producir ningún movimiento. Tan estúpido como suena. Era energía inactiva, inutilizada por su dueño.

Y recordaba que no podía moverme. E intentaba, pero era inútil. Y las voces volvían, pero más fuertes o más lejanas y a veces eran muchas. Y me dolía la cabeza, pero la desesperación me inundaba y seguía y seguía hasta que la inconsciencia y la oscuridad consumían todo de nuevo.

Y los susurros revivían junto conmigo, como si de repente, mi alma dependiera de ellos. Como si todo lo que soy o fui, fuesen simples susurros.

Había una luz. Era incandescente. Me dolía la cabeza. Intente mover mi mano para taparla, pero fallé. La sentía demasiado pesada. Parpadee. Parpadee por primera vez en mucho tiempo. No sabía por cuanto, pero sentía como si llevará demasiado sin hacerlo. Como si casi hubiera olvidado como hacerlo.

Poco a poco la claridad se abastecía y dejaba a mi vista ver un alrededor blanco. No. No era solamente blanco, era... no sabía cómo describirlo y no sabía cómo reaccionar ante lo que estaba viendo.

Emití un quejido que salió inconscientemente. Sentía la garganta seca y el cuerpo exageradamente débil. Me dolía... todo. Sentía alivio. Los muertos no sienten dolor, ¿o sí? Tal vez llegue al infierno... y fue ahí cuando recordé.

El agua, la navaja... la sangre. Harry.

Intente zafarme de la inmovilidad, pero era casi imposible. No sentía la mayoría de mi cuerpo. Di un brinco en mi patético estado, cuando comencé a escuchar.... Susurros.

No, eran voces.

Una mano apareció en mi campo de visión y apago la luz incandescente. Solo era una lámpara. Y cuando gire mi rostro pude verlo. Sus ojos avellanos. Su piel oscura. Su cabello negro. Su boca abierta bajo sus manos. Las lágrimas formándose en sus ojos.

-Niall, haz vuelto – dijo en un susurro antes de lanzarse hacía mí.

Habían esperado por largas horas. El cansancio se asomaba por los ojos de cada uno, pero se oponían a dormir. Aunque lo intentaran, no podrían. Louis había sacado a Harry de la habitación de Niall, después de que los doctores lograran estabilizarlo, ya que para el rizado no era bueno tener tantas emociones en un solo día, en especial con lo débil que se encontraba.

Anorexia (Larry Stylinson)Where stories live. Discover now