Capítulo 7 - Basta de pretender estar bien.

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-Tú no me conoces. Hay relámpagos sobre mí y fuego debajo de mí. No puedes atraparme, no puedes sostenerme. No me puedes detener, mucho menos controlarme. Porque yo sé lo que es, poner a prueba el destino. Tuve mis hombros presionados con ese peso. Todavía me mantengo de pie, a pesar del odio. Lo que no te mata te hace más fuerte, y estuve esperando esto por mucho tiempo. Las noches continúan, esperando por una luz que nunca llega –

Mi despertador suena a las cinco y media de la mañana, apagué de un golpe la alarma, me voltee boca arriba, me tallé los ojos y me quede en trance por unos minutos, me levante y fui hacia el baño, tomé una ducha rápida y salí con una toalla en la cintura, regrese a mi habitación y empecé a buscar en el closet unos pantalones y una camisa en mis cajones, me vestí rápido y fui a la cocina.

Escuchaba a mi alrededor un silencio aterrador, la verdad nunca me ha gustado el silencio, mis pensamientos se oyen por todo el lugar y no podía escuchar música, porque fui tan inteligente que se me olvido por completo que la peli negra vendría ayer y tuve que acomodar el desastre de casa que tengo y cuando intente mover un poco el mueble de la televisión que está en mi sala, y que por cierto no tiene televisión, no note que el estéreo estaba conectado y cayó al suelo hecho añicos.

Y no podía dejar de pensar en esa chica, no me atraía, claro que no. Era una completa extraña y no en el sentido de que no la conociera, era rara, pero no se me hacía agresiva como pretende ser.

A lo largo de mi vida he aprendido que gente como ella, personas que parecen no tener nada que perder, personas que sufren todo el tiempo y que ocultan secretos siempre, son letales. Literal.

Era muy extraña su manera de hablar, como si quisiera hacerme entender algo, pero no con la intención de ayudarme en algo, o si quiera de molestarme o fastidiarme, era más para que me mantuviese alejado de ella, diciendo entre líneas que lo mejor sería no preguntar acerca de ella, no cuestionar acerca de sus palabras y no tratar de conocer sus secretos.

Termine mi café y tome mi mochila de la sala, tome los libros que estaban regados en la mesa de la estancia, ya que después de que ella se fue no hice absolutamente nada. Me puse una sudadera impermeable, pues estaba lloviznando afuera, me coloque mi mochila y salí de mi casa, para después cerrarla. Subí a mi viejo Ford Escort que mi padre a duras penas me ayudo a comprar, llegué a la escuela y estacione mi coche.

Baje y conforme me iba acercando, dibujaba aquella mueca de superioridad en mi rostro. Una mueca que dibujaba una sonrisa falsa y coqueta para las nenas, ponía mi frente en alto, sacando el pecho y respiraba hondo, para después empezar a saludar a algunos compañeros con el puño conforme me acercaba a la escuela. Ahora caminaba por el amplio pasillo con ambas manos en los bolsillos delanteros de mi pantalón de mezclilla.

Veía frente a mí una cantidad considerable de alumnos, algunos más me saludaban, seguí caminando tranquilamente, como si no fuera una escuela, como si fuera una clase de paseo por el parque, pero obviamente, este lugar no te puede dar esa tranquilidad, aquí es donde nace el estrés y el odio puro.

Pero mi tranquilidad fue interrumpida, al ver no solo aquella persona tan peculiar, si no a ciertas personas alrededor de aquel chico de cabello rizado. Este estaba tirado en el suelo, el entrometido de Louis tomaba su cabeza y el chico mal teñido junto con el imbécil de Zayn estaban a su lado.

Y no me importaba. No me importaba nada ¿Por qué me iban a interesar una bola de inútiles a los que no les debo nada?

-Hay que llevarlo a un hospital – dijo Louis.

-Solo se desmayó ¿Es necesario llevarlo al hospital? – pregunto Zayn.

-Mi hermano no puede venir – dijo una voz, muy extrañamente familiar. Angie. Voltee a verla y se encontraba parada en frente del rizado, pero se veía más tranquila que el resto y hablaba por celular.

Anorexia (Larry Stylinson)Where stories live. Discover now