-Siento que me mantienes vivo. Tú eres mi salvación. Tocarte, probarte, sentirse aquí. Abrázame, sáname, mantenme cerca. Mi corazón arderá por ti. Es todo lo que puedo hacer... –
Se había despertado por la luz del sol contra sus ojos. Esa sensación era tan extraña. Donde vivían era muy frío y los días soleados en medio del invierno eran extremadamente raros. Pero ahí estaban. Los rayos de luz golpeando tras sus parpados, cegándolo temporalmente hasta que movió su cabeza al otro lado. Intentó girarse, pero cada musculo de su cuerpo dolía.
Lanzó un gemido ahogado cuando su cadera pulso. De repente sintió movimiento a su lado, y girándose con rapidez, pudo observar a Louis, mirándolo con preocupación, pero sin ser capaz de ocultar su sonrisa.
-Oye, tranquilo, recuerda que aun sigues delicado – le dijo suavemente y se recostó a su lado.
Paso un brazo bajo su cuello y otro bajo sus piernas. Lo giro con extremo cuidado y se recostó tras de él, pegando su espalda a su pecho. Harry sentía su respiración tras su oreja, a compensada. Era extremadamente relajante. Se dejo hundir en la sensación de tranquilidad que tanto le había hecho falta.
-Hoy vas a terapia, ¿recuerdas? – le dijo Louis.
El corazón de Harry dio un vuelco y asintió con la cabeza lentamente, solo para hacerle saber que lo había escuchado.
-No quiero ir – susurro apenas audiblemente.
Louis se tensó tras de él, pero se relajo casi al instante.
-Harry-
-Es que duele Lou.
Louis no sabía que era peor. El tono lastimero y de ruego de Harry, o el apodo con el que lo llamó.
-Sé que duele, pero valdrá la pena. ¿No quisieras volver a caminar, bebe?
-Y si no lo logro-
-Lo lograras – lo interrumpió.
-Pero y si no, ¿aun te quedarías conmigo?
Louis suspiro acercándolo más a su cuerpo y besando tras su oreja, relajando el cuerpo de Harry casi al instante. Repitió la acción un par de veces antes de continuar.
-Nunca te dejaría Harry. Eres mío y no podrás deshacerte de mí tan fácilmente.
Harry rio ligeramente entre sus brazos, y las vibraciones de ese pequeño gesto atravesaron la piel del oji-azul, enviando ondas eléctricas directamente a su corazón y mente. Era como si Harry hubiese utilizado electrochoques para revivir lo que en él ya había muerto.
Esa maldita risa podía matarlo y revivirlo en cualquier maldito momento. Y no podía sentirse más malditamente feliz por la idea.
-Chicos, son las nueve. He traído el desayuno de Harry y Marcos vendrá por él a las once, para que estén listos – dijo una de las enfermeras, entrando con una charola y colocándola en la mesita al lado de la cama.
Louis se levantó lentamente y ayudo a Harry a incorporarse. Hacerlo comer siempre había sido muy duro para el mayor. Amaría a su rizado, no importara su peso, pero era doloroso el hecho de ver su expresión destrozada al tomar su desayuno.
Louis estaba seguro que Harry no sabía que lo había visto llorar un par de veces mientras comía en el hospital. Era la desesperación por estar haciendo algo que su mente tantas veces le repitió que estaba mal. Y no eran llantos incontrolables con gritos y patadas. Eran unas cuantas lagrimas derramándose con sufrimiento contenido. Y Louis se sentía tan impotente, al no poder hacer nada para remediar su dolor. Solo ir, y abrazarlo, y acariciar sus rizos para que se relajase.
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Anorexia (Larry Stylinson)
RomanceEs difícil para quien no lo vive y no lo ve, comprender a los espejismos. Creditos de portada a: str4wberrymilk