Capítulo 14

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Siento peso en cada uno de mis brazos, abro los ojos de a poco y me encuentro a dos pequeños angeles recostados en mis brazos, mientras abrazan mi torso.

Cuando estoy despierto, soy consciente del olor dulce que hay en el aire.

Con sumo cuidado, dejo la cabeza de los niños en la almohada y me levanto de la cama cuidadosamente. Al instante de salir de la cama, ambos niños se juntan como un imán y quedan abrazados.

Salgo de la habitación, bajo las escaleras y cuando estoy abajo camino hacia la cocina, mientras pasó la mano por mí cara para despejarme un poco.

Al entrar a la cocina, me encuentro con una Kelly de espaldas, con ropa que consiste en unos boxer y una camisa algunas tallas más grande que se me hace conocida.

-Buenos días.- digo con entusiasmo, haciéndola sobresaltar.

-Buenos días.- dice cuando se gira, me da una sonrisa.- espero que no te moleste pero, escuché que hiciste una promesa y no podía dejar que los desilusionaras.- dice poniendo un plato con muchos panqueques, encima de la mesa, la cual ya estaba preparada junto a una jarra de jugo de china.


-De alguna forma sabia que no los ibas a dejar planteados.- le informo, recostandome en el marco.

-¿Y cómo estás tan seguro de que no me voy a hechar para atrás por miedo a que mis padres y la universidad se enteren?- me pregunta, secándose las manos.

-Porque de verdad quieres cambiar, no estás haciéndolo por los demás, lo haces por ti. Además, una vez alguien me dijo que la popularidad no lo es todo.-le contesto.

Ella camina hacia mí, mis músculos se tensan, los nervios se dispersan y me pongo derecho en un segundo, se da el lujo de poner sus manos detrás de mí cuello, recargando sus codos en mis hombros. Lentamente, se acerca a mí oido.

-Y eso es verdad.- susurra tan bajo que apenas y la oigo, me mira a los ojos.

-¿Cómo haces eso?- le pregunto apenas.

-¿Qué cosa?- pregunta en la misma posición.

-Estar tan normal y yo aquí muriendo de los nervios.- digo en un susurro.

-¿Quién dijo que no estaba nerviosa? Solamente, tú presencia me hace sentir vulnerable y a la misma vez poderosa.- dice, mirándome.

-¿Por que te sentirias así?- digo con esperanza.

- No lo sé, pero cuando estoy contigo me siento protegida y a la misma vez querida, como nunca nadie me ha querido.-

-Entonces, ¿por qué te asustaste el día que amaneciste en mí cama?- se ruboriza.

-No es por ti, sino que... Sentía asco de las náuseas que sentía y me asusté porque...- suspira.-...tenía miedo de que fuera un capricho para ti, que no fueras igual de tierno, nervioso, cariñoso, comprensivo, bondadoso y detallista conmigo.-murmura.- la ropa que desparecia de tu casillero, era yo quien la desaparecía. Me gusta molestarte, ver cómo te ruborizas. Hace mucho no lo hago, creo que sí lo hubiera hecho, la que se hubiera ruborizado fuera yo. Tu ropa nunca llegó a un zafacon.- señala la ropa que tiene.

La miro con detenimiento, es la camisa que solía ser mi favorita.

-Te queda mejor que a mí, tenlo por seguro....- me quedo un rato mirándola, bajo la vista y vuelvo a verla.- Siempre creí que yo sería el primero en, prácticamente, declararme.-

Recuerdame.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora