IX

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Yo no caí, pero tú te tambaleaste. Tenías la nariz en el celular, no literalmente, pero sí, no quitabas la vista de la pantalla... hasta que chocamos, claro. Entonces, alzaste los ojos y soltaste un suspiro al mismo tiempo que disparaste una sonrisa.

—Hola, chica.

Parecía una broma, ¿quién choca dos veces con el mismo desconocido en un día? Solo sucedía en un pueblo tan diminuto como el nuestro. Reí contigo, hubiera sido difícil no hacerlo.

—Hola, desconocido.


Recuerdos de una vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora