Los miércoles por la noche eran para la música. El dueño del bar te contrató varias semanas seguidas para que animaras el local, siempre ponías una condición: que Carmela y yo estuviéramos en primera fila, cerca de ti.
A tu prima le hacías señas cuando veías que un hombre se acercaba a ella, eras muy protector y excelente para leer la actitud corporal de las personas. La salvaste varias veces de tipos que estaban más interesados en su cuerpo que en el resto de ella.
Y a mí... tus ojos me hechizaban, tu voz era adictiva. Por un segundo creí que solo me hablabas a mí. Que solo me veías a mí.
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Recuerdos de una vida
Short Story¿Cuántas veces has intentado olvidar? Muchas. Para él olvidar era parte de su vida, algo que no podía controlar y había tardado en aprender varias formas para quedarse con un trozo de las cosas más importantes. Vivía sin problemas mayores. Hasta qu...