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Por fin nos presentamos.

Me dijiste que te llamabas Bradley Preston e insististe en que te llamara Brad a secas.

No sé en dónde estaba mi mente. No reconocí tu nombre, tampoco tú el mío. Se podría decir que estábamos en las mismas, éramos un par de olvidadizos. ¡El problema que se nos vino encima por olvidar las cosas! No, tu mala memoria fue el principio de todo... y yo —que no sabía lo mucho que Carmela hablaba de mí o el número de fotos que te mostraba— no me di cuenta ni sospeché nada.

Para ti Leila James era un nombre y rostro nuevo.


Recuerdos de una vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora