El sonido de las pisadas hacía ligero eco al chocar contra las paredes de roca, amortiguado por la tormenta que no daba señales de amainar. Una varita se agitó y tres personajes con largas túnicas empapadas y con capuchas cubriéndoles la cabeza surgieron de la penumbra. Uno de ellos tomó la delantera, él que había tenía la punta de su varita encendida, y los otros le siguieron muy de cerca mientras avanzaban hasta una pared del lugar. Todos temblaban, ya sea de frío o de temor, pero ninguno más que el más bajo de los encapuchados.
-Basta ya Avery- murmuró aquél que sostenía la varita- Cualquiera podría oler tu miedo a kilómetros de distancia.
-¡No es miedo!-repuso tajante el mencionado - Es esa estúpida tormenta que casi nos ahoga.
-Eso no es nada comparado con lo que nos espera aquí dentro- declaró el primero- Espero que tengan sus varitas en buenas condiciones, porque yo no me ocuparé de ustedes si es que algo sucede.
-Ni nosotros de ti Mcnair- replicó con soberbia el otro que aún no había hablado- Te recuerdo que no eres el motivo de nuestra pequeña reunión.
Mcnair gruñó por lo bajo, pero no respondió. Se limitó a examinar el muro frente al cual se habían detenido. No tenía nada en especial, más que ese tenue vestigio, casi imperceptible, de magia.
-No veo a nadie- dijo Avery rompiendo el silencio- ¿Están seguros que es aquí?
-Tiene que serlo. Si no, nos hemos arriesgado por nada- masculló Mcnair deslizando sus dedos por la roca. Cada segundo que pasaba lo ponía más nervioso.
-Tal vez es una jugarreta del Ministerio... -concibió el tercero apretando con fuerza la varita dentro del bolsillo de su túnica-... y hemos caído redonditos.
Avery se estremeció ante esa idea. No podía ser eso. Le había costado tanto ocultarse del Ministerio que no se imaginaba tan idiota como para meterse a la boca del lobo por propia voluntad. No, tenía que ser otra cosa. Ese halcón... aquel que pudo hallarlo a pesar de sus previsiones, tenía que significar algo bueno para ellos, una opción para no terminar en Azkabán como la mayoría de los que quedaron vivos después de la batalla en Hogwarts.
De repente, un ardor en su brazo izquierdo le distrajo de sus pensamientos. El corazón de Avery se disparó en latidos desesperados. Miró a sus compañeros con premura y a través de sus máscaras pudo percibir el mismo horror que estaba sintiendo él en ese momento. No se atrevía a retirar su manga y observar lo que ya se imaginaba.
Otro si lo hizo. Dejo al descubierto su brazo izquierdo debajo de la luz que salía de su varita. Mcnair no cabía en sí de estupor. La marca de la calavera con la serpiente a modo de lengua, que en otrora se mantenía al límite de lo invisible, ahora brillaba totalmente nítida gracias a las negras líneas que la definían.
Hacía unos meses ya que esa marca se iba desvaneciendo. Los pocos que quedaban libres estaban escondidos de la persecución del Ministerio. Todo se había perdido en batalla. ¿Entonces qué estaba pasando ahora?
Un halcón de alas lustrosas entró volando majestuosamente mientras que por sus plumas se deslizaban gotas de la tormenta de afuera. Se posó sobre una roca que sobresalía de uno de los muros y soltó un chillido que los hizo estremecer.
-¿Qué... significa... esto?-balbuceó Mcnair entonces dirigiéndoles una mirada inquisitiva a los otros dos.
Un eco que no provenía de ninguno de ellos, le respondió:
-Todo es posible para mí ¿Acaso aún lo dudan?
Entonces la tormenta ahí afuera desencadenó toda su furia.
***
N.A.: El capítulo más corto de la historia, pero tiene su razón de ser, guarden los tomatazos para el próximo XD
Sí señores, tengo un mal presentimiento. ¿Ustedes no? :S
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Harry Potter y el Legado Mortífago
FanfictionHarry Potter venció al Señor Tenebroso y la Segunda Guerra Mágica ha culminado al fin. El futuro de la magia se ve prometedor y exento de cualquier oscuridad que quiera ensombrecerla otra vez. Parece que las cosas vuelven a tomar el lugar que les pe...