Harry Potter y el Legado Mortífago

La cicatriz

No era una estupidez. Ni él ningún estúpido.

Harry estaba seguro de lo que vio y aún si Ginny se pasara el resto del año repitiéndoselo, eso no podía ser simplemente nada. Era algo. Podría ser todo.

Una profunda línea simétrica que estaba debajo de su clavícula izquierda. Cerca del corazón. Una cicatriz que daba testimonio de una no muy vieja y siniestra lesión.

El recuerdo le hizo estremecer y enterró aún más la cara contra la almohada.

La puerta del dormitorio se abrió y Harry no tuvo que levantar la cabeza para saber de quién se trataba.

-Ya te lo he dicho en las escaleras Ron...- dijo con un tono muy serio- Te voy a echar un maleficio sí es que no vuelves a por Hermione. La has dejado sola...

El sonido de la puerta chocando contra el marco de madera le interrumpió.

-Tú has dejado sola a mi hermana- aseguró él adentrándose en la habitación- ¿Qué ha pasado?

Harry suspiró. Deseaba haberse encontrado con quien sea antes que con sus mejores amigos al salir a toda prisa del Gran Comedor, pero en ese momento ni siquiera se le ocurrió pensar que ellos estaban teniendo una conversación justo donde Ginny, Luna y él los habían dejado. Era obvio que el chico se los iba a topar.

Ron y Hermione estaban uno frente al otro. Reían y tenían en los ojos una luz que sólo emergía cuando ambos estaban juntos, aún si estaban en medio de una de sus usuales discusiones y con Harry en medio presenciándolo todo. Esa luz siempre había estado ahí y él lo había notado mucho antes que aquellos dos que eran como sus hermanos.

Supo que algo bueno había ocurrido entre ambos al instante en que los había visto, y se sintió culpable cuando Hermione le divisó por encima del hombro de Ron y arrugó el entrecejo extrañada al no verle acompañado de Ginny.

-¿Harry?- preguntó.

Harry había interrumpido algo y no quiso quedarse a saber en que medida. Hizo el burdo intento de una sonrisa para tranquilizarlos y salió disparado rumbo a la torre de Gryffindor.

Necesitaba estar solo y pensar, sobre lo que acababa de ocurrir y sobre lo sucedido hace unos meses. Todo ese remordimiento volvió a carcomerle la mente y parecía que no le iba dar tregua.

«Ginny» se decía.

No deberían haberla tocado. No por él.

«Ginny» se volvía a repetir.

Ellos querían su venganza contra Harry y no cesarían hasta hacerle pagar. ¿No lo habían demostrado ya?

«Lo lamento tanto»

Fue evidente que su propósito de que sus amigos no se preocuparan había salido magníficamente mal porque al darle la contraseña a la señora gorda, pudo escuchar los pasos presurosos de Ron por el pasillo. Para cuando Harry iba subiendo por las escaleras hacia el dormitorio de los chicos, el pelirrojo ya le había alcanzado.

«Vuelve con Hermione... o te hechizaré» le había amenazado Harry para detenerlo y siguió solo hasta cerrar la puerta de la habitación y abalanzarse sobre su almohada.

No pasaron ni cinco minutos desde entonces y su amigo había hecho caso omiso a su advertencia por segunda vez.

-¿No me vas a decir que pasó?- insistió Ron mientras se sentaba en su cama- Porque voy a tener que ponerme en modo "hermano mayor" y no te va gustar...- intentó bromear, pero no le resultó para nada.

-Deberías hacerlo- respondió Harry al fin volteándose para mirar al techo de su cama con dosel.

-¿Qué tratas de... decir?