Cap. 17: Mientras haya espacio

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Capítulo 17: Mientras haya espacio

 

Karma.

De acuerdo con las leyes del karma, cada una de las sucesivas reencarnaciones quedaría condicionada por los actos realizados en vidas anteriores. Generalmente el karma se interpreta como una «ley» cósmica de retribución, o de causa y efecto.  Nuestra mente es comparable a un campo de siembra, y las acciones que cometemos, a las semillas que en él se plantan. Las acciones virtuosas son las semillas de nuestra felicidad futura, y las perjudiciales, las de nuestro sufrimiento. Estas semillas permanecen ocultas en nuestra mente hasta que producen su efecto, cuando se reúnen las condiciones necesarias para su germinación. Además, desde que se realiza la acción original hasta que maduran sus consecuencias, pueden transcurrir varias vidas.

He hecho mi tarea – pensé con el corazón a mil por hora, buscando una excusa banal para intentar calmar mis nervios mientras Esteban seguía parado a un lado mío. Yo, escondida bajo la cama pequeña de un niño, donde el polvo del suelo amenazaba con obligarme a estornudar revelando mi ubicación, estaba al borde del llanto, cubriendo mi boca con una mano en forma de puño. Tal era mi delirio, que pensaba en cómo era posible que Esteban no sintiera la vibración del suelo a causa del latido de mi corazón.  

Las semillas eran el quedarme callada ayer, y no haber dicho nada… soñar con él y creer que no me preocupaba nada… creer que hacia lo correcto. La consecuencia hoy sentirme con fuerza suficiente e ir a lugares donde todo había comenzado; desde el colegio de Nolan, donde más de una vez soñamos con llevar a un hijo nuestro, el restaurante donde hablamos bien por primera vez, la plaza donde inconscientemente supe que lo quería en mi vida y por ultimo: la casa donde cada rincón estaba plagado de recuerdos. Buenos, malos dolorosos… eso era karma. No haber escuchado mis latidos acelerados cuando pise la puerta de entrada, no haber hecho caso a la comodidad que me ofrecía el lugar, el escuchar su voz en la contestadora… todo aquello debía de haberme servido de indicio de que no estaba haciendo bien con estar allí.

Pero mi cabeza estaba divida en dos partes, mientras que mi corazón…

Un lado de mi mente decía: resiste… resiste, resiste… pronto se ira… pronto terminará y nunca sabrá que estuviste allí. Mientras que la otra mitad gritaba: sal de aquí… enfréntate a él… enfréntate a ti misma viéndote en sus ojos, dile… confiesa que aún lo amas y que sospechas que desde ayer en la mañana crees que lo amas mucho más que antes… ruégale, arrepiéntete… bésalo…  

Entonces mi mente se puso en blanco… mi cuerpo se tensó por completo… y mi corazón detuvo su marcha.

-       Se supone que tu debías ayudarme! – dijo al tiempo que tomaba asiento al borde de la cama, ya me encontraba al borde de las lágrimas no entendía que hacia ahí; me sentía incomoda no solo con el polvo, sino con las cosas que estaban escondidas bajo la cama y no había reparado en ellas hasta ese momento – Dios! – exclamó con voz ahogada, como si se estuviera cubriendo el rostro – que hago? Qué hago? Qué hago? – repetía al tiempo que movía la pierna derecha con nerviosismo – y si la llamo?  - no! Pensé al recordar el teléfono en mi cartera ubicada a un lado del sillón de la sala – pero que le digo? – tonta! Me reproche mentalmente por haber pensado que hablaba de mí, bien podría estar pensando en cómo pedirle disculpas a la otra mujer -  tu no me serviste de nada! No se suponía que se darían cuenta a tiempo de que no estabas entre las cosas de Nolan? – y a continuación la almohada fue a parar contra la pared – Dios! – repitió poniéndose en pie y tomándolo nuevamente para volver al mismo lugar, entonces preste más atención a lo que ocurría  fuera de mi pequeño escondite.

Llegare hasta ti (#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora