Cap. 24: Recital: Final del segundo acto

6.7K 370 56
                                    

Capítulo 24: Recital:  Final del segundo acto

         El viento corría de manera suave y fresca obligando a las hojas de los arboles danzar a su antojo. Desde la ventana de mi habitación podía ver a Nolan sentado en el asiento trasero del auto de Bracamonte, miraba en mi dirección. Esteban, sin embargo, sentado en el asiento del copiloto parecía ofuscado, sus ojos una vez más estaban ocultos tras aquellos lentes oscuros. En la mañana se había levantado de un extraño buen humor a pesar de haber dormido en una cama pequeña.

Había insistido en que no deseaba dormir solo. Cuando Nolan se ofreció a acompañarlo en la habitación el Cieguito respondió que no sería buena idea debido a su nueva relación. Cuando comprendí hacia qué dirección iba dirigida aquella negativa, de mala gana termine respondiendo que aquella habitación no volvería a pisar, ni mucho menos compartirla con él. Claro que mi respuesta fue algo cruel y más en aquella situación, pero por extraño que pareciera mis palabras me afectaron más a mí que a él. No parecía molesto, ni enojado mucho menos sorprendido. Solo elevo sus hombros y dijo: tampoco es como si buscara que compartieras la cama conmigo.

Debo admitir que su respuesta me descoloco. Me molestó.

En fin, los tres terminamos durmiendo en la habitación de los chicos. Uno en cada cama de aquella habitación, yo en medio de ellos. Nolan ni bien había apoyado la cabeza cayó rendido, mientras que Esteban tardo un poco más. Eso lo supe por la forma en que sus cejas estaban unidas, sus manos detrás de la nuca de forma despreocupada y moviendo los pies de manera casi imperceptible. Ya había dejado la luz encendida luego de que una estúpida idea rondara mi mente durante la cena. ¿Y si había recuperado la vista y no me di cuenta? Esteban odiaba dormir con las luces encendidas, por esa razón las dejé así, claro que cuando al fin me pareció que él estaba dormido fuera ya estaba amaneciendo, yo no había pegado un ojo en toda la noche a causa de la lámpara.

Tire de la manija de la valija y me dirigí escaleras abajo. Programe la alarma de la casa ya que el anciano nos daría alcance en el país vecino, mientras que Chris, posiblemente ya nos estaría esperando en el aeropuerto.

De nuevo en el asiento del conductor observe de soslayo al Cieguito, la posibilidad de que estuviera fingiendo era muy remota, no lo creía capaz de aquello… verdad? No sería capaz de hacerme pasar por eso una vez más… verdad?

Deshice aquella idea sacudiendo la cabeza. Encendí el auto y con el pulso repentinamente acelerado nos dirigí al aeropuerto.

En principio creí que mis nervios no tendrían fundamento. Pero una vez allí comprendí que no sería fácil. El haber aceptado de forma precipitada no me dejó pensar en las probabilidades que tenía en mi contra. Como por ejemplo, que ni bien traspasar la puerta de la sala de espera me encontraría con los que una vez habían sido alumnos míos, ni siquiera estaba lista mentalmente. Con ellos la despedida fue sorpresiva, un día les dije que estaba más que feliz por haberlos conocido pero que era hora de que yo buscara nuevos caminos, y al siguiente les presentaban a mi reemplazo. Sin lugar a represalias, ni despedidas duras.

A segundos de haber puesto sus ojos en mí, fui rodeada de inmediato. Decenas de brazos me rodearon clamando mi atención, mientras que tiraban de mí de un lado a otro. La directora Subeldia llamo la atención de todos exigiendo cordura en un lugar público, pero no hicieron caso. Bombardearon con preguntas de todo tipo, sin dejarme un respiro para siquiera responder una pregunta.

Solo una voz en el parlante anunciando el vuelo de los chicos pudo interrumpirlos. Todas las miradas estaban puestas en mi al momento en que preguntaron si yo los acompañaría.

-       Claro iré, pero no en ese vuelo… el mío es el siguiente – más de uno alargo su cara, en especial Nolan, pues él debía ir con los otros chicos.

Llegare hasta ti (#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora