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"El mito de Orión"

Cuando el cielo nocturno se encuentra despejado es posible apreciar con mayor precisión las estrellas. Y si prestas más atención, comenzarán a brillar dibujando líneas entre ellas. Formando constelaciones.
Desde la antigüedad se han creado historias, mitos y la razón de cada una de ellas.
La diosa Artemisa fue creadora de una de las constelaciones más importantes del cielo. Brillando encima de nosotros desde hace miles de años.

—Tengo que volver con mis cazadoras— dijo Artemisa mientras trenzaba su cabello. Esa mañana los rayos del sol quemaban más de lo normal, aunque no le prestó atención— Y mi hermano me pidió que nos viéramos para un asunto urgente.

—Te extrañare— dijo el cazador un poco triste debido a la partida de la diosa— ¿En donde verás a Apolo?

—No lo sé, no me dijo con exactitud. Tendré que hacer esa primera parada antes de regresar con las chicas.

—Ten un buen viaje, nos vemos pronto mi hermosa doncella.

Orión se acercó a la diosa, la agarró delicadamente por la cintura y la pegó a su cuerpo. Sus labios se quedaron rozándose. Una lágrima recorrió la mejilla de la diosa. Tenía que irse para realizar sus deberes pero por alguna razón no quería dejar a Orión, en el fondo tenía un mal presentimiento. Lo ignoró pensando que era normal, así debían de sentirse las despedidas amorosas.

—Te amo—dijo por primera vez con voz débil y fusionó sus labios en un beso largo.

—Artemisa...

—No digas nada más, no quiero hacer esta despedida tan triste.

—Volveré a verte ¿verdad?

—Por supuesto que si, no se cuando pero es un pacto.

—Aún así cada noche veré la luna, se que te encontrare siempre ahí.

Se besaron por última vez. Artemisa se dio la vuelta sin verlo a los ojos, corrió entre los árboles decidida a seguir su camino y a cumplir con la voluntad que se prometió hace cientos de años. Se desvaneció y apareció en una playa. Su hermano Apolo ya se encontraba allí con una sonrisa deslumbrante y más bronceado de lo normal.

—¡Hermanita! Cuánto tiempo sin vernos ¿unos cientos de años?

—No me digas hermanita, ya te dije que no me gusta.

—Sigues siendo tan seria como siempre ¿y si te animo un poco con un haiku?

—Apolo, hazlo y te clavó una flecha en la cara.

—Oh vamos, este te gustará.

Apolo caminó hacía su gemela quien lo miraba irritada. Después relajó la mirada y dio unos pasos hacía él.

—Además, no creo que seas capaz de arruinar mi hermoso rostro.

—No me retes—sonrió a medias la diosa.

—Oh claro que no, ¿por qué te retaría? es obvio que terminó ganando.

—Siempre tan egocéntrico—rodó los ojos y se sentó en la arena mientras contemplaba las olas. Apolo se sentó junto a ella animadamente.

"𝐿𝒶 𝑀𝓊𝑒𝓇𝓉𝑒 𝓎 𝐿𝒶 𝐿𝓊𝓃𝒶"[ɴɪᴄᴏ ᴅɪ ᴀɴɢᴇʟᴏ ʏ ᴛᴜ] EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora