Capítulo 2. Como una droga.

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Capítulo 2. Como una droga.

Aria.

Actualidad...

— ¡¿Cómo puedes darle tocino a un cerdo?! ¡Tocino!

—Joncito tenía hambre.

Johncito.

¡Johncito!

Cuanto me arrepentía ahora de haberle puesto ese nombre tan ridículo a mi cerdo, y es ¿Quién esta tan fuera de sus casillas como para hacerlo? Aria, por supuesto.

—él tiene su comida en la despensa, Leila.

—ahora que lo mencionas ¿Qué comen los cerdos?

—tu sigue pintando tus uñas —Megan bufa, pero con una sonrisa vuelve su trabajo, yo miro a Leila como si tuviera rayos láser en los ojos.

Me falta poco para hacerlo, créanme ¿Cómo es posible, que Leila, supuestamente la más inteligente de las tres, sea capaz de darle tocino a un cerdo? ¡Leila!

—no le hará daño, cierto cerdito bonito, bonito, te has comido a tus ancestros, que malo eres.

—Déjalo en paz, Aria —Megan camina hasta mi mirando que sus uñas no se dañen —ella solo le dio tocino, no es como si le fuera a dar un problema estomacal, últimamente has estado fatigada... no sé, ¿falta de sexo, será?

— ¡¿Q...qué?! —me atraganto con mi saliva por la poca delicadeza de mi amiga — ¿Qué dices? Yo tengo mucho sexo, tengo tanto, que debería ser ilegal... he tenido tanto sexo que me deberían llamar afrodita o algo parecido...

—no escuches eso, cerdito, no lo escuches —Leila le tapa las orejas al cerdo y me mira mal —Johncito no tiene porque oír de tu vida sexual, no hables eso delante de él.

—es un cerdo, no entiendo lo que digo.

—oinc, oinc.

—Ha dicho que sí, lo ves, claro que te oye —Leila mira al cerdo con pesar —que mamá tan pervertida tienes, deberían quitarle tu custodia...

— ¡es un cerdo! ¡No un ser humano! —le grito cuando ella se lo ha llevado lejos de mis comentarios.

Que ridículo, creo que estar con Seth la ha vuelto más suave, parece que la ha dado el síndrome de la mamitis, porque ahora cree que ese cerdo es un niño... ahora que me le pregunto, no comprendo cómo fue que resulte en un apartamento en la capital, con una chica con delirios de diva, otra con bipolaridades realmente extrañas y un cerdo que se cree araña... lo entenderán luego, créanme.

Por ahora...

—hoy iremos a un disco, hasta el cerdo sabe que estas mintiendo —Megan me mira —además, unos amigos que he conocido me han invitado.

—debo estudiar, no quiero empezar con mal...

— ¡espera! ¿Qué dijiste? ¿Estudiar? —una carcajada sale de la boca de Megan — ¿estudiar? ¡Ay! Me has hecho reír, en verdad, fue la mejor broma que has hecho.

Yo la miro mal, bueno, no es que sea una vaga...

Bueno...

Tal vez un poco... muy poco.

—sí, estudiar, quiero ser otra persona diferente...

—hoy estas muy graciosa, Aria, deberías ser comediante —ella me da un golpecito en el hombro y se va riendo — ¿diferente? ¿Estudiar? ¡Oh! Esto sí que me ha hecho reír.

Imposible estar contigo, profesor II  ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora