Capítulo 7

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Peter se encontraba estudiando, mientras yo estaba tonteando con Travis y Gerardo, el gato,  en la sala. Travis me contaba sobre la extraña forma en que se comportaba su gato en Londres.
-¡Malia! ¡Hay un paquete para ti, aquí!-dice en voz alta Diana, la melliza de Peter.
-¡Voy! Regreso enseguida Travis.

Me dirigí por un pasillo viendo a Diana pasar a mi lado. Ella se había teñido el cabello de color rubio contrario al color que compartía con Peter que era castaño. Seguí caminado y vi a una chica pelirroja con una caja.
-¿Para mí? -Le pregunto estúpidamente.
-Sí, señorita. Disfrútelo.
-¡Gracias!-me dirijo a la sala donde estaba con Travis.

Mis manos están llenas con la gran caja de sorpresa. ¡Oh Mi Dios! Inmediatamente abro la caja y le quito la parte superior, y veo un montón de miniaturas blancas envueltas en el interior. Meto la mano entre las formas como burbujas y siento un montón de cosquillas corriendo por el dedo. Frunciendo el ceño, saco la mano, y tres enormes escorpiones salen unidos a ella. Por un momento, todo está en cámara lenta. Puedo ver los insectos moverse perfectamente por mi brazo. Puedo ver las largas colas segmentadas. El aguijón en la punta de la cola, las dos pinzas adelante, y las ocho patas que se mueven en mi antebrazo. También aturdida veo tres puntos negros en cada una de sus cabezas, como si tuvieran tres ojos. ¿Los escorpiones tienen tres ojos? Caigo hacia atrás y pateo la caja. Mi corazón ha volado hasta la garganta y ahora está constriñendo mi vía aérea mientras se agita y palpita en mi histeria construyéndose pura.
-¡SANTA MIERDA! ¡SANTA MIERDA! ¡TRAVIS!

Tengo escorpiones. Escorpiones. Arrastrándose. ¡Hasta mi maldito brazo! Son enormes, de la mitad del tamaño de la palma de mi mano, cada uno con ocho patas. ¿En serio? ¿Sólo ocho patas? Siento mil patas en mí. Siento las patas en cada pulgada y centímetro de mi piel. Empiezo a convulsionar y sacudirme como loca en el suelo, gritando cuando siento la primera punzada en el antebrazo.
-¡OH MI DIOS!

De repente siento un escorpión trepando por el tobillo y me doy cuenta de que todo este tiempo, Travis ha estado gritando histéricamente.
-¡Malia! ¡Oh Mi Dios!
-¡QUÍTAMELOS ! ¡QUÍTAMELOS !

No sé por qué estoy gritando frenéticamente como si eso los asustará y alejará. Temerosa de tocarlos con la mano, estoy en su lugar girando y retorciéndome en el suelo cuando una cubeta de agua se estrella sobre mí. Aspiro el aire mientras veo a Travis apresurarse de nuevo a la cocina, llenar otro recipiente de agua, y tirármelo. Pero los escorpiones están colgando sobre mí. Alcanzo uno y trato de quitármelo, y su cola chasquea hacia mí. El aguijón alcanza mi pulgar. Dolor instantáneo se dispara en mí mientras los demás siguen arrastrándose. Trepándose. En mí. No sé si esos animales han sido drogados o hambrientos o les dieron algo para alterarlos. Están arrastrándose sobre mí como las arañas, rápida y frenéticamente. Pero no puedo correr, no puedo luchar, y ahora estoy congelada, mi cuerpo paralizado de miedo, mientras que todos mis órganos se vuelven locos por la amenaza que estas cosas representan para mí. Todo el miedo se precipita al frente y empiezo a llorar con impotencia.Estoy en el suelo, sollozando, lo único moviéndose en mí son las patas horribles pertenecientes a estas criaturas horribles, cuando oigo a Travis gritando con voz.
- ¡Regresa aquí! ¡Regresa aquí por favor!-Sigue repitiendo lo mismo una y otra vez.

De repente la puerta se abre.
-¡PETER!- grita Diana, aunque de nada serviría porque él no escucha y solo fija su mirada en mí .

Todo es confuso. A través de las lágrimas, lo veo, y me imagino lo que ve. Todos los escorpiones sobre mí y yo, haciendo nada, llorando como un bebé, tan asustada como nunca he estado en mi vida. Mi visión se nubla por completo de algo más que lágrimas, y me pregunto si es el veneno. Siento sacudidas en todo mi cuerpo. Siento los escorpiones siendo quitados de mí, uno tras otro, mientras sollozo. Entonces me agarra, y estoy en sus brazos firmes que sostienen un cuerpo que es mío  Trato de trepar en él más arriba y me aferro a su cuello mientras sollozo y trato de respirar. Él está respirando con dificultad. Sus manos son puños en mi espalda y tiemblan. Entonces empiezan a frotar arriba y abajo. Sus manos llegan a mi rostro y furiosamente limpia mis lágrimas.
-Una chica vino y tocó -Las palabras frenéticas de Diana, tiemblan con lágrimas abriendo la puerta de un tirón-. ¡Dijo que su padre había ordenado la caja para ella!
-Jesús -dice Travis con disgusto-. No hay que tirarlos, Diana, tenemos que ver qué tipo son. Llama a un TEM y vamos a aplastar a los hijos de puta.

CollingwoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora