Yo nunca pierdo. Y Peter ya debería saberlo. La pantalla de mi móvil está en blanco. No tengo ningún mensaje o llamada perdida que me de algún tipo de explicación sobre lo que estaba sucediendo en esa apuesta clandestina. Cada vez que la miro, es como si me dieran una bofetada y me enfado más y más. ¿En qué estaba pensando yo, Peter solo me veía como un estorbo? ¿De verdad creía que había surgido una conexión entre nosotros después de aquellos días en New York? ¿Que había algo real? Él no tenía ninguna intención de ir a ninguna parte conmigo. Pero durante un segundo —o más de uno— creí que sí, y eso es lo que me hacia enojar. Soy crédula y me comporté de manera ridícula, le quiero a reclamar a Ian. Si Peter piensa que voy a quedarme sentada llorando por él, está muy equivocado. Puedo vivir perfectamente sin él, me las apaño más que bien. No es propio de mí. Nada de esto lo es. Me estoy volviendo loca, no puedo evitarlo. No puedo dejar de pensar en aquella tarde y en cómo me miro y me hizo sentir. He llamado a Ian pero no ha contestado, él debía de tener algo que ver con toda esta situación. Si cree que simplemente voy a desaparecer y a marcharme sin más, está muy equivocado. Si no me contesta pronto, voy a dejar de llamarlo y lo haré en donde se encuentra hospedado. No pienso dejar que me ignore. Mañana mismo iré.
Mañana siguiente
Durante el desayuno, Jane me pide que asista a una sesión de estudios junto a ella y otra tres chicas de la facultad. Yo no le contesto. Hago ver que no la he oído.
—Malia, nos han invitado a su casa a estudiar para el examen de la próxima semana —dice–Esas chicas son las mejores del curso. Imagina todo lo que podremos adelantar.Su tono es desenfadado, como si se tratara de una situación casual.
—No puedo, Jane, es demasiado tarde —le contesto finalmente—. ¿Por qué no las invitas el sábado?
—No es demasiado tarde —dice, dejando la taza de café delante de mí en la mesa. —Cancela cualquier cosa que tuvieses, ¿de acuerdo?En cuanto se cierra la puerta, trato de respirar profundo.
—Iré—murmuro mientras me dirijo a mi cómoda para alistarme para la próxima clase.Han pasados tres semanas desde el incidente. No he logrado encontrar a Ian ni a Peter, inclusive Diana y Liam parecen que se los ha tragado la tierra. Después de incesantes llamadas he logrado contactar con Liam y he quedado de pasar a una pequeña visita aunque todos sabemos que no es así. He ignorado las llamadas de Jane durante toda la tarde, he llegado pasadas las cuatro de la tarde y he entrado directamente al cuarto de Ian sin decir una palabra a la recepcionista del hotel, simplemente llame a la puerta y Liam me ha mirado con sorpresa al mismo tiempo que sabe que algo pasa así que me deja pasar. Ian estaba sentado a su escritorio escribiendo algo. Cuando he entrado, ha levantado la mirada sin sonreír y luego ha seguido escribiendo. Yo me he plantado delante del escritorio y he esperado a que me mirara. Me ha parecido que tardaba siglos en hacerlo.
—¿Estás bien? —me ha preguntado por fin, y ha sonreído.Yo tenía un nudo en la garganta y no podía hablar. He rodeado el escritorio y me he apoyado en él.
—Malia —ha dicho—, ¿estás bien?
He negado con la cabeza, he extendido la mano y él me la ha cogido.
—Malia —ha dicho de nuevo, negando también con la cabeza. Yo no he dicho nada.
—Deberías sentarte —sugiere—. Hablemos—He vuelto a negar con la cabeza.
—Malia, sé que lo que sucedió fue inesperado ese día pero déjame y te explico.Cada vez que decía mi nombre empeoraba la situación. Finalmente, se ha levantado y ha rodeado el escritorio.
—Vamos —ha dicho en un tono serio, o incluso algo brusco—. Siéntate. Hablemos.Entonces me ha acercado a él y me ha puesto una mano en la cintura.
—Malia, necesito que me escuches —me dice mirándome a los ojos.
—Por favor, Ian —he dicho entonces con voz quebrada. He odiado cómo ha sonado pero debo seguir—Has peleado con Peter, puedo apostar que has contactado al tipo del jarrón para que él haga la apuesta y ahora quieres que hablemos así como si fuese cualquier cosa.
—Es una transferencia, Malia —ha dicho—. Sucede de vez en cuando. A veces a mí también me pasa. Debería haber tratado esta cuestión la última vez que lo vimos. Lo siento.
Al oír eso me han entrado ganas de gritar. Ha hecho que sonara tan común.
—¿Estás diciendo que no sientes nada? —le he preguntado.Él ha negado con la cabeza.
—Entiéndelo, Malia. No debería haber permitido que las cosas llegaran tan lejos.Entonces me ha acercado más a él, colocado sus manos en mi cadera y le he dado la vuelta. Él me ha vuelto a coger los brazos envolviendo mis muñecas con sus dedos.
—Malia, esto no es un simple juego. Debía terminar como empezó —ha dicho, y entonces he perdido los estribos.Enojada, me he apartado violentamente. Él ha intentado sujetarme, pero no ha podido, y yo he comenzado a gritarle y a decirle que no me importaba una mierda. Él entonces ha intentado tranquilizarme y tras cogerme por los hombros y clavarme los pulgares con fuerza, me ha dicho que me calmara. Luego me ha sacudido con fuerza. Me ha besado en la boca y yo le he seguido el beso. Ian me levanta y me sienta en su escritorio. La cosa se ha salido de control, él me ha desabrochado el sostén por debajo de la blusa. Me he apartado de él para decirle que esto no esta bien, que no me puede calmar solo con solos unos cuantos besos:
–Ian, creo que no deberíamos...—me ha callado de un beso.Tras varios segundos me ha quitado la blusa y el sostén, se ha quedado mirándome por un solo un segundo. Ahora me esta besando el cuello.
–Ian, es en serio. No deberíamos...—me ha vuelto a callar con un beso.Le he mordido el labio inferior tan fuerte como he podido (tanto que incluso he saboreado su sangre). Él me ha apartado de golpe muy enojado. He recogido el sostén y la blusa, mientras camino fuera de la habitación me los voy poniendo. De camino a casa, he planeado mi venganza. Pero no lo haré porque me gusta demasiado. No quiero hacerle daño. Es demasiado duro. No sé cómo voy a explicar los moratones que tengo en los brazos y el cuello.
Saludos. Espero y la historia sea de su agrado.
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Collingwood
Mystery / ThrillerMalia Collingwood es una joven excepcional pero cuando la solitaria chica regresaba de buscar pistas sobre sus verdaderos padres su vida da un giro y se despierta el día después de su decimoctavo cumpleaños. Enjaulada, detrás de unos barrotes, es d...