Capítulo 16

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Narra Ian
Exactamente veintidós días del secuestro de Malia...
Jack se encogió de hombros.
—Mis amigos dicen que no han visto a nadie además de los pocos vecinos que viven en las lejanías.
—Aún tenemos que inspeccionar la casa —dije—. Si ésta es nuestra última esperanza, no pienso, marcharme sin haber examinado hasta el último rincón. Creo que no han entendido, yo por Malia no solo me arrodilló sino que me rompo.
—Todos sabemos cuanto te gusta la chica. De acuerdo —replicó Keylor, y empezó a dar órdenes—. Liam, encárgate del exterior y de las cuadras, si las hay. Jack, para ahorrar tiempo, intenta encontrar una entrada posterior que esté abierta, o abre una si no lo está. Ian y yo nos conduciremos a la puerta principal.
—¿Por qué a ustedes les toca lo decente y a mí el trabajo sucio? —protestó Liam.
—No le des más vueltas —dijo Jack—. Ahora no tenemos tiempo para discusiones.
—Tienes razón —dijo Liam.
—Y será mejor que nos demos mucha prisa —añadió Keylor—. Es poco probable que ese bastardo esté aquí. Pero ésta no es nuestra última esperanza. Tarde o temprano debemos descubrir todo.

Dijo esto último en mi beneficio, pero no sirvió de nada. «Tarde o temprano», como todos sabían, quizá sería demasiado tarde para Malia
—Vaya, al parecer sí hay alguien aquí —dijo Keylor con la mirada fija en la casa—. Si no estoy equivocado, veo una luz parpadeando en el desván.

En efecto. Era muy tenue, apenas perceptible, pero había una luz encendida allí arriba. Y eso nos confirmaba que el lugar no estaba deshabitado. Nos separamos para acercarnos a la casa por caminos diferentes. Cuando llegamos a la puerta principal estaba atrancada y tuvimos que llamar golpeando con los puños.Resultaba difícil sostener la esperanza ¡Maldición! Un hombre no debía experimentar esa clase de sentimientos.La puerta se abrió y se encontraron frente a frente con una irritadísima... ¿quién?
—¿A qué viene tanto alboroto? No tienen nada que hacer aquí...¿Qué haces aquí Ian?
–Me preguntó lo mismo, Marie.
—Creo que debemos dejar eso a un lado —le interrumpió Keylor—,de modo que sé una buena chica y apártate. Es necesario registremos la casa... inmediatamente.
—No está aquí —fue lo único que dijo.
—Resulta que sé que sí está —replicó Keylor—. Llévanos hasta ella o nos veremos obligados a buscarla nosotros mismos.
—No, eso no puedo permitirlo. Tengo órdenes de no dejar entrar a nadie aquí... nunca.
—Tendrás que hacer una excepción.
—No lo creo —dijo ella
–No hay motivo para recurrir a la fuerza —dije intentando mostrarme razonable.
—¿No lo hay? —ella sonrió maliciosamente —Y como ustedes no han hecho caso de los letreros que hay en el camino que conduce a la propiedad, que les advertía claramente que es privada, quizá debería llamar a la policía por la intrusión de los dos.

Pero la voz de Jack sonó de pronto detrás de ella, en un tono mortalmente tranquilo.
—Marie no te estará amenazando en serio, ¿verdad? —dijo Jack.

Ella giró en redondo, naturalmente, para enfrentarse a la nueva amenaza que había surgido a sus espaldas. Jack había hallado otro modo de entrar en la casa y se había colocado detrás de ella.
—Excelente coordinación —dijo Keylor, al tiempo que Jack la agarraba por el cuello para retenerla allí.
—Ya me lo agradecerás más tarde —replicó sonriendo, ahora que ella estaba indefensa—¿Por fuerza? —repuso Jack–Maldición, ¿cómo se le rompe la nariz a alguien?

Después, Jack soltó a la chica, que había perdido el conocimiento y yacía en el suelo.
-¿Era necesario? —preguntó Keylor, dando un paso al frente—. Podía habernos dicho dónde está Malia.
—No habría dicho nada —dije—. Excepto, quizá, si se lo hubiéramos sacado a golpes, y no tenemos tiempo para semejantes diversiones. Jack, tú busca en la planta baja. Yo subiré al primer piso. Keylor averigua si hay sótano.
—¿Otra vez el trabajo sucio? —refunfuñó Jack mientras retrocedía por donde había venido, pero añadió por encima del hombro—: Pero no olvides dejar un trozo para mí.

CollingwoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora