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ANTES

Es miercoles. Son las ocho.

Me miro en el espejo. Tengo mas ojeras que cara.

Toda la noche estuve pensando en Alberto. Simplemente lo tengo hasta en los poros.

Demonios, comienzo a ponerme romantica.

Odio ser romantica. Odio sentirme enamorada. Pero nunca puedo evitarlo.

Suspiro y tomo Rubí de mi librero.

Hoy mas que nunca tengo unas ganas locas de ir a la Glorieta. De verlo.

Pero sobre todo tengo ganas de respirar, de caminar y aclararme un poco.

Bajo por las escaleras y estoy a punto de abrir la puerta cuando un ruido en la cocina me detiene.

Me asomo y lo veo.

Es mi papá.

Corro hacia él como una niña pequeña y lo abrazo.

-Hola cariño-me dice al mismo tiempo que alborota mi cabello.

-¡Crei que llegarias hasta mañana!-exclamó y lo abrazo de nuevo.

-Bueno, digamos que terminamos el negocio antes de tiempo.

Sonrei. Era extraño tener a mi padre en casa. Pero genial.

-Bueno, anda. Veo que sigues yendo a leer a ese lugar tan extraño.

Arrugo la nariz.

-No es extraño.

-Si tu lo dices...-murmura mi padre imitando mi gesto de la nariz y bebiendo su café lo que me hace reir.

-Adios entonces-me despido y salgo feliz a la calle.

El aire hace que mi cabello se revuelva y me haga cosquillas en el cuello.

Respiro profundo. Me siento feliz. Feliz porque le gusto a Alberto. A "Villarreal" como recuerdo que le dice Fa.

No suelo gustarle a nadie.

Y el tambien me gusta.

Llego a la Glorieta y me siento en la banca de siempre. Abro mi libro y busco una de mis partes favoritas, esa donde Gideon le dice Wendy a Gwen.

Alguien me tapa los ojos y mi primer movimiento es dejar caer el libro.

Despues un olor peculiar me invade y se que es Alberto.

Pero decido seguirle el juego.

-¿Quien...quien es?-preguntó fingiendo el temblor en mi voz y agregandole una gota de susto.

-Tu peor pesadilla-susurra en mi oido con voz ronca y fria.

Un escalofrio me recorre.

-Eres...Eres ¿un libro que acaban de traducir y le han cambiado el titulo y la portada originales?

Alberto me suelta y se pone frente a mi horrorizado.

-¡Kali, por Dios, eso es...no vuelvas a decirlo en voz alta! Seguro que un hada ha muerto.

No puedo evitar soltar una carcajada mientras me agacho para coger mi libro.

Lo sacudo y Alberto se sienta a mi lado. Tiene puesta una camisa de manga corta negra y unos jeans de mezclilla rotos

Me pasa un brazo por los hombros y me planta un beso en la mejilla.

Me quedo quieta.

-¿Y eso?-preguntó mirandolo.

Por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora