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Cuando termino de desempacar, suelto un largo suspiro y me arrojo a la pequeña pero cómoda cama. Abajo escucho a Raiza cantando una canción de manera impresionante.

Bonita, cantante, graciosa...Mi garganta se contrae. No soy estúpida. He captado las miradas entre ella y Alberto. Me pica la curiosidad ¿Habrán tenido una...relación? ¿Habrá terminado mal? ¿Aún se gustan?

Pienso en los ojos de Alberto, un par de abismo de color mate; pienso en sus labios formando la primer sonrisa real que me ha permitido verle, en como se movían preguntándome si le daría una oportunidad para ser ¨algo mas¨.

Se que esta siendo sincero, creo en todo lo que me ha dicho. Aunque lo conozca menos que poco, se que no miente. Pero...¿puedo asegurar que no siente nada por Raiza? Se pueden albergar a dos personas en el mismo corazón.

Me agobio. Todo en estas vacaciones ha sido tan surrealista que apenas y me creo que este aquí. En Mazamitla, con las personas mas increíbles que he conocido, con Alberto...

Me pongo de pie y decido darme una ducha. Decido dejar de pensar en cosas tan deprimentes. Si confió en Alberto ¿que puede salir mal?

Cuando estoy en la ducha un pensamiento me hace reír. De todos los libros y fanfics que he leído, cuando las protagonistas se dan un regaderazo, la escena siempre es tipo:

¨El agua se deslizo por mis hombros relajándome de manera impresionante. Deje que las gotas rodaran por mi rostro hasta que de repente lo supe. Le amaba. Todo estaría bien. Genial, problema resuelto¨

Siempre parecían ser mágicas. Y aquí estaba yo, retacandome de shampoo y tallandome fuertemente los brazos mientras cantaba a todo volumen Skinny Love.

Cuando termino, me dirijo a mi cuarto corriendo, para evitar toparme con alguien estando envuelta en toalla, pues no se si los chicos han vuelto ya. Una vez que estoy dentro, escojo un suéter mas o menos calentito color café con motas de colores apenas perceptibles y unos jeans negros. Estoy buscando mis botas cuando un grito me pone en alerta.

¿Lo he imaginado?

Pego un brinco cuando lo escucho de nuevo. Ha sido Raiza.

Sin importarme mi falta de calzado bajo volando las escaleras y me encuentro con una escena horripilante.

La sangre se me drena del rostro, del cuerpo. Raiza esta subida en la barra del comedor y apunta con una sarten a una serpiente de piel naranja con aros negros con blanco que intenta treparse por los costados de la misma.

-No grites-le digo mientras me acerco a ella.

Raiza tiene el rostro congestionado por el pánico. Pero yo estoy peor. Le tengo un pánico irracional a estos animales. Y sin embargo son mis favoritos.Es Ilógico. Estúpido también. 

Comienzo a hiperventilar. Muy bien, si mis conocimientos no me fallan, es una serpiente coralillo. Venenosa. 

-Solo no hagas ruidos bruscos-susurro y Raiza hace un movimiento con los brazos que creo que significan algo así como: No me jodas.

La serpiente, que antes trepaba rápidamente por el costado de la barra, ahora parece haber perdido el interés y comienza descender. Tomo la chaqueta gruesa que esta en el sofá que tengo al lado (no tengo ni idea de a quien pertenezca, pero le pido disculpas mentalmente) y me acerco con cuidado a ella.

Entonces, como si oliera el peligro, comienza arrastrarse directo hacia mi. Me muerdo con tal fuerza la lengua para no gritar, que el sabor de la sangre me revuelve el estomago. Con los pies descalzos me siento como una potencial victima de su mordida.

Por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora