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Cuando llegamos a la cabaña, todos preferimos saltarnos la cena. Es tarde, y nadie tiene ganas de cocinar.

Kali es la primera en desearnos buenas noches y subir a la habitación.

Mis ojos la siguen por las escaleras y me pregunto que habrá sucedido allá afuera. Me paso una mano por el cabello y, suspirando, me dejo caer en uno de los sillones.

-¿Qué sucede?-me pregunta Fa sentándose a mi lado.

-Pues... Kali está actuando raro-confieso y oculto mi rostro entre mis manos-. No sé si he hecho algo malo.

Fa se toma un momento en responder.

-Bueno, no sé si tenga que ver pero...

La miro fijamente y ella se acerca hasta quedar lo más cerca posible. Su voz es apenas un susurro.

-Antes de lo de la broma, Raiza no estaba. Creímos que se había ido con ustedes, pero regresó con Kali a la camioneta.

Sus palabras caen sobre mi y tienen el mismo efecto que el de un balde de agua fría.

-¿Qué?-es lo único que sale de mi boca.

Fa se encoge de hombros y en ese momento Vale le pide ayuda para ver quien dormirá en cual cama. Se pone de pie y me deja solo.

Siento miedo. Lo que tengo con Kali lo es todo para mi. Es la primera vez que siento algo desde lo de Rai. Y no es cualquier cosa,con Kali me siento como no me sentí ni siquiera con Raiza. Esa calma, el calor, el café de sus ojos. Y posiblemente estaba todo arruinado.

¿Se lo habría dicho Rai? ¿que nos besamos? Carajo. Tenia que ir y decirle que ese beso había sido un error. Que si, si había significado algo: que ya no sentía nada por ella. Ese beso solo me sirvió para darme cuenta del cambio que necesitaba.

Rai era tormenta, Kali era paz.

Allí donde una era un tsunami de color, expresión y sentido, la otra era un hogar, constante, cálido, único.

No necesitaba vivir con el corazón en la mano. Necesitaba aprender a valorarlo, a resguardarlo.

Y Kali era el hogar al que quería volver después de cada día.

Pero ella no sabia eso. Ni yo mismo lo había tenido tan claro como ahora.

Me puse de pie. Tenia que decírselo. Ahora, tenia que explicarle.

Me despedí de todos y antes de poner en un pie en la escalera, Raiza pronuncio mi nombre.

Me gire para mirarla, procurando borrar toda expresión de mi rostro.

-¿No quieres quedarte a jugar? Tengo el Risk en la habitación-su ofrecimiento me revolvió las tripas.

Mis ojos debieron de decirle lo necesario, porque se encogió de hombros y no insistió.

Me detuve frente a la puerta. Iba a tocar, pero decidí que era mejor entrar sin más. Tome una respiración profunda.

La habitación estaba a oscuras y Kali no era más que un bulto bajo las cobijas de la habitación. Maldije por lo bajo, y me acerque a su cama, dispuesto a despertarla.

Pero no pude. Las pestañas le descansaban sobre las mejillas y su respiración era superficial. El cabello negro descansaba sin orden alguno sobre la almohada. Se veía tan...tranquila.

Me doy cuenta que no tengo el valor para despertarla. Total, ni siquiera estoy seguro de lo que le haya dicho Raiza en realidad. Si es que le dijo algo.

¿Que me has hecho Kali? pienso. Le subo la cobija, que se le ha resbalado de la espalda, y me dirigo al baño.

Me quito la camisa y cambio mis jeans por unos pants para dormir. Al mirarme en el espejo me doy cuenta de que ya casi no me reconozco. De eso y de que necesito un corte de cabello. Me enjuago la cara y salgo del baño.

Me pongo la sudadera azul, la que saque de la maleta, antes de recostarme en la cama. Esta fría, como todo en Mazamitla.

No me molesto en destender la cama o de taparme con las cobijas. Solo me quedo allí, mirando las vigas de madera del techo. Pienso que esta bien no reconocer mi reflejo, no me gustaba la persona que era antes. Me gusto más desde que conocí a Kali. Quizá porque con ella todo me sale fácil. Todo fluye.

-¿Alberto?-la voz de Kali me saca de mis cavilaciones.

Inmediatamente me giro para mirarla, pero ella está en la misma posición que yo hace unos instantes. Mira el techo.

-¿Si?

Silencio.

Creo que se ha vuelto a dormir cuando habla de nuevo.

-¿Que opinas sobre tu corazón?

La pregunta me desconcierta. Dejo de mirarla y vuelvo a mi posición anterior.

-¿Sobre mi corazón?

No lo veo, pero sé que asiente.

Pienso contestar algo de manera sarcástica, algo como que pienso que es indomable o que funciona bastante bien para bombear la sangre a todo mi sistema a través de las venas. Pero algo me lo impide.

Los minutos transcurren e incluso a mi me sorprenden las palabras que salen de mi boca después de tanto tiempo de espera.

-Creo que no habla lo suficiente alto.

Kali no dice nada.

-Creo que mi corazón es bastante sencillo. Que busca solamente un poco de paz. Pero todo lo que he sido capaz de darle, ha sido desenfreno. Creo que lo he alimentado con tantas historias que late a base de magia, magia que se me había agotado hasta antes de conocerte.

En cuanto lo dije, supe que era cierto. En algún momento de nuestras platicas matutinas en la glorieta, los desayunos y los libros, Kali me había dado algo que necesitaba.

-Mi corazón es caprichoso, de eso estoy seguro. Pero también creo...-hice una breve pausa, porque lo que diría a continuación era tan cierto, que no quería arruinarlo-. Creo que no es ambicioso. No busca más que a una. Pero es terco, y se aferra a lo que no debe aferrarse. Y trabajo en ello, o lo hacia. Porque desde esta mañana estoy seguro de que lo único que quiero está en esta habitación justo ahora. En la cama de al lado.

Por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora