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-¿Disculpa?-pregunte aclarandome la garganta.

-Que les toca dormir en la misma habitación-aclaró Raiza con una mirada extraña en el rostro.

-No te preocupes Kali, la planta de arriba será prácticamente suya. Son dos habitaciones y un baño, como suele ser en las cabañas. Puedes dormir en el otro si gustas.

Asentí con lo cabeza e intente no mirar a nadie.

Bueno, no es que fuera malo dormir en la misma habitación  que Alberto, Dios sabe que no. Pero el hecho de que aún teniendolo a pasos de distancia en una habitación  llena de gente pudiera sentir un tirón en el estómago o los labios ardientes por su presencia, era la prueba de que no podía estar sola con el en una habitación sin explotar.

-Vale, muy bien. Una vez establecido este punto ya pueden llevar sus cosas a sus respectivos dormitorios-anuncio Fa y todos comenzaron a moverse.

-¿Algún problema con dormir conmigo?-pregunto Alberto cuando todos se fueron a  la sala por sus maletas, dejándonos solos en el comedor.

-Corrección: Dormir en la misma habitación  que tu. Una habitación  con dos camas individuales.

-Viene a ser lo mismo-dice entornando los ojos y acorraladome contra la encimera que me llegaba a la cintura-. ¿Huelo mal acaso?

Puse los ojos en blanco. Este chico olía delicioso. A una mezcla de otoño e invierno. Olía a algo frío y sofocante a la vez.

-No, pero me incómodas. Principalmente porque sueles invadir mi espacio personal-aclare apartandolo de un empujónsito.

-Si te incómoda mi presencia ¿eso es bueno o malo? -preguntó curioso mientras me seguía a la sala que ya estaba desierta.

Todos estaban en sus respectivos cuartos.

-Es subjetivo. E igual no me paso desapercibido que seamos los únicos que dormirán de manera mixta. Ya sabes chico y chica.

Alberto hizo ese movimiento de labios que me metía en un dilema. ¿Sonreía o hacia una mueca?  ¿El gesto era irónico o engreído?

Tome mis maletas y comence a subir las escaleras. Alberto hizo lo mismo y solo venía un par de escalones por detrás.

-No fue idea mía para que lo sepas. Mis amigos se han enterado de que estoy perdiendo la razón poco a poco por ti y quieren fomentar mi locura.

Tropecé con el último escalón al escuchar sus palabras. Una corriente eléctrica me recorrió de pies a cabeza.

-Ey cuidado-dijo Alberto sujetándome con su brazo y quedando a la altura de mis ojos.

Tenía el cabello despeinado de manera ordenada. Una camiseta negra sin dibujo alguno que se ajustaba a cada músculo.

Sus ojos ni oscuros ni claros. Ni cafés ni negros ni de ningún tono intermedio. Sentí que el oxígeno se volvía innecesario. Mis pulmones pedian algo más.

-No me culpes de tu locura-susurré y retomando el equilibrio camine rápidamente hacia la primer habitacion.

Lejos, lejos de Alberto. Donde pudiera respirar.

Abrí la puerta y una cálida habitacione  de dos camas individuales (gracias Dios) me dio la bienvenida. Había un pequeño escritorio con una silla de madera frente a él y un gran closet de caoba abarcaba casi toda una pared.

Dos mesitas de noche estaba al lado de cada cama y en medio de ambas había una gran ventana con vista al bosque.

Deje mis cosas en la cama que estaba más cerca del closet, la del lado izquierdo y me dispuse a bajar para ayudar a las chicas con  lo que fuera necesario.

Pero, como no, Alberto estaba parado en la puerta; observándome.

-¿Qué? -pregunté cruzándome de brazos ante su mirada tan... Intensa.

-Me gustan tus palabras Kali-dijo de repente muy serio.

-Eeh yo... -tartamudee sorprendida sin saber muy bien que contestar.

La mirada de Alberto se torno un poco más suave y se acercó a mi.

-Sabes que me gustas Kali. Que me gustas de una manera que ni yo mismo logro entender-susurró sujetando mi mejilla entre sus manos tibias.

El aire abandono de golpe mis pulmones debido a su proximidad.  Su aroma me mareaba. Su piel ardía contra la mia.

-Alberto... -la proximidad embotaba mis sentidos. No podía abrir la boca sin temor a decir algo incoherente.

-He querido hacer esto desde la última vez-susurra rozando sus labios contra mi mejilla.

Inhalo bruscamente antes de que sus labios se deslizaran ardientes sobre los míos.

Por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora