La chica tenía los ojos marrones. Eran corrientes, no? Pero eran unos ojos que te decían todo sobre ella. Eran unos ojos que se iluminaban cuando estaba feliz, ilusionada. Eran unos ojos que mostraban decepción ante las traiciones. Eran unos ojos que se volvían oscuros cuando intetaban retener sus lágrimas. Eran unos ojos que lloraban.
La chica tenía una sonrisa bonita. Una sonrisa que siempre traía puesta. Una sonrisa que te podía tranquilizar. Una sonrisa que te podía alegrar. Una sonrisa que nunca desaparecía. Una sonrisa que se rompía.
La chica pocas veces se permitía usar ese lado. Con sus amigas más cercanas solo sacaba la parte relacionada con chicos. El resto no podía. Ellas no entendían.
La chica no podía ser egoísta. Mostrarse débil y querer ayuda era ser egoísta.
La chica estaba rota por dentro. Tras sus ojos siempre había una capa de tristeza. Tras su sonrisa siempre había miedo. Si la gente aprendiera a ver de verdad, no se fijara en sus partes de papel, y se acercara, viera detrás de unos ojos bonitos y una sonrisa falsa, tal vez podría entender que sus "Estoy bien.", significaban, "ayúdame, estoy rota y solo quiero que me abraces y me quieras."
Pero la gente no mira detrás. La gente no quiere ver los demonios que la atacan. La gente se queda con lo bonito y desecha lo demás. La gente es gilipollas.