Lo miró de nuevo. Apenas podía distinguir sus fríos ojos hielo entre las lágrimas que trataba de aguantar. Pero aún así lo miró, desafiándolo, y pidiéndole ayuda a la vez. Queriéndolo, tal vez, por última vez. Con el aliento de su tía en la cara, sus gritos en sus oídos, el filo de un cuchillo y su sangre, su sucia sangre, rodándole por el brazo, y con su perdón reflejado en aquellos ojos que la llevaban a otro mundo, donde el hielo se derretía y solo ellos dos existían. ¿Y qué si se había enamorado? ¿Y qué si había probado el veneno de la serpiente? ¿Y qué si llevaba sus palabras envenenadas en su corazón? ¿Y qué si eso pasaba? Ella era libre. Puede que no en ese momento, con la maldición cruciatus maltratándola, pero ella lo era. Por que a ella no le importaba si los demás la veían como un ratón de biblioteca, si se reían de ella, si les molestaba de quién estuviera enamorada, no le importaba, ya no. Por eso, antes de salir del tren por última vez, besó sus labios por primera y última vez. Por eso, ahora, antes de morir, mira sus ojos diciéndole con sus lágrimas todo lo que sus palabras no pueden decir. Le está diciendo que morirá enamorada de su opuesto, de su enemigo. Y que se siente orgullosa de ello.
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Sí, es un fanfic Dramione (ya sabéis, los personajes le pertenecen a la reina (Jk Rowling) y tooodo eso), pero me parecía adecuado para el tipo de textos que escribo aquí :3