La chica mira su muñeca de nuevo. Se siente gilipollas, egoísta. Sabe que lo ha jodido todo. Sabe que lo sigue jodiendo cada vez que ve una nueva línea de lágrimas rojas. Sabe que no es nada, no son profundos, ni grandes, ni lloran gotas escarlatas demasiado tiempo. Pero sabe que no deberían estar ahí. Que lo ha jodido al hacerlo la primera vez. Y que lo sigue jodiendo una y otra vez. Por que eso es lo único que sabe hacer. Joderlo todo. Ser egoísta y no pensar en los demás. Y por eso la chica vuelve a hacerlo. Lo jode una vez más, y deja que las saladas lágrimas transparentes mojen su mejilla y las espesas lágrimas rojas su muñeca. Lo ha jodido.