"Había una vez, una princesa de cabello castaño. La princesa tenía una sonrisa preciosa, pero tenía etapas en las que sólo la fingía. La princesa tenía unos ojos normales, aunque bonitos, pero tenía demasiados momentos en los que se empañaban de lágrimas. Mucha gente decía que la princesa era especial, pero ella no podía creerlo. Ella sólo se sentía rota, y nunca suficiente.
Pero un día, la princesa descubrió a un dragón, estúpido, magestuoso y peligroso. Sus días pasaron de la profunda oscuridad a la tenue luz de la felicidad. Sus sonrisas volvieron a ser reales cada vez más a menudo. Sus ojos se empañaban un poco menos cada vez. Pero aún así... La princesa tiene miedo. Por que sabe que el dragón puede destrozarla con su fuego, y la asusta. Sin embargo, no le asusta tanto que la rompa un poco más, si no perderlo. Y no sabe como decirle todo lo que siente así que en ocasiones llora de impotencia a solas y sin nadie que la abrace. Y ahora se siente mal, pero no por su culpa. Sólo cree que no lo merece. Por que él es muy bueno con ella, y tiene miedo de que él se dé cuenta de que ella no vale tanto la pena. Y le gustaría poder susurrarle al oído que se quede para siempre a su lado. Pero él está lejos, y es grande, y es majestuoso e impasivo. Y ella es pequeña, diminuta en ocasiones, y su luz sólo parpadea. Y ella está rota pero él la arregla incluso sin saberlo. Y ella teme que él se corte con uno de sus cristales rotos. Y ella está sola a veces, y llora y lo quiere. Y esa es la historia de la princesa del cabello castaño que conoció a un dragón y se enamoró."