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Érase una vez una chica triste. Ella quería ser feliz, ella quería sonreír. Ella ayudaba en cuanto podía. Ella intentaba hacer a la gente feliz. Pero ella estaba triste, y estaba rota. Y siempre parecía que todo lo hacía mal. Y a veces solo quería acabar con todo. No la culpéis, de verdad. Simplemente su vida no tenía sentido a veces. Las lágrimas se tragaron sus oportunidades, sus padres destruyeron sus sueños.

Érase una vez una chica triste. Ella tenía un corazón hermoso, ella deseaba amar. Ella lo intentó con todas sus fuerzas. Y amó, pero su corazón se rompió y sus trozos lloraron lágrimas de tonos escarlata. Y no se rindió, y siguió buscando. Y encontró a alguien que tal vez podría quererla igual, pero su corazón está roto y todavía duele y aunque él lo arregle sin saberlo ella está perdida. Las lágrimas se tragaron su esperanza, su amigo destruyó su corazón.

Érase una vez una chica triste. Ella.. simplemente quiere destrozarse a sí misma, tal vez. Destruír sus inseguridades. Destruír sus imperfecciones. Destruír sus demonios. Destruír su mente. Destruír su cuerpo. Por que no está bien, y su madre se siente mal por que ella no le cuenta sus cosas, y su padre solo se ríe de sus errores y la juzga.

Érase una vez, una niña feliz que un día tornó sus sonrisas en pintadas y sus alegrías en lágrimas. Su padre la llama hermosa, pero ella solo quiere que 'ese' chico la vea así. Su madre le dice que antes era especial, pero ella solo quiere que 'ese' chico se lo demuestre. Su vida la llama estúpida, y ella se lo cree y se castiga.

Érase una vez, una chica exigente. Ella quería que la quisieran más. Ella quería llenar ese vacío en su vida. Ella quería quererse un poco, tal vez. Ella quería que su vida sirviera para algo, por que solo veía una serie de fracasos y decepciones. Ella quería que él la quisiera de verdad, por que sabe que su mente no puede soportar su corazón roto de nuevo. Ella sabe que hace una montaña de todo, y se siente mal. Pero quiere saber qué está mal con ella misma. Y quiere que él la abrace, y llorar en su pecho, y probar si el remedio de su dolor está entre sus besos. Pero sabe que tiene que esperar. Y de nuevo sus sonrisas se convierten en falsas. Y de nuevo busca un simple motivo por el que merezca la pena seguir siendo quién es. Y de nuevo intenta no ser débil y no derramar lágrimas rojas. Pero es que ella siempre quiere demasiado. Ama demasiado. Llora demasiado. Espera demasiado. Se deprime demasiado. No se soporta a sí misma en ocasiones y está bien si el resto del mundo no lo hace tampoco. Sabe que tiene muchísimos fallos, e intenta de todas las maneras arreglarlos, pero solo comete más. Y cada vez es más débil. Y cada vez es más estúpida. Y cada vez quiere más. Y cada vez extraña más. Y cada vez se arrepiente más de perder esa niña especial de su pasado.


La chica de los ojos tristesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora