XXIII.LA TEMPLANZA

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Definición:


Realiza un orden en el interior del alma, del propio yo, haciendo un todo armónico de una serie de componentes dispares.


Es una autoconservación desprendida, donde el hombre tiene puesta sobre sí mismo la mirada y la voluntad; su falta provoca la autodestrucción porque se degeneran en forma egoísta las energías destinadas a la autoconservación. *



Aunque vemos como el mundo ha avanzado en su desarrollo técnico, científico y artístico hacia límites insospechados a nuestra conciencia, que ha realizado experimentos que sobrepasan nuestra imaginación, así también observamos que las eternas preguntas: ¿Quién soy, de dónde vengo y a donde voy?, se siguen formulando con la misma fuerza y angustia que hace cientos de años...


El hombre sigue siendo un misterio para sí mismo; mientras más intenta penetrar en la oscura interioridad de su esencia, de sus motivaciones últimas, más confundido y desorientado se siente.


Fuimos creados con grandes fuerzas interiores que nos pueden llevar a la "evolución" o a la "autoaniquilación", por ejemplo: la sexualidad, la ira, el comer y el beber, la curiosidad, etc. Este torbellino de energías, para encaminarlo a mi propio bien, tiene que ser amansado, temperado, puesto en su punto; la virtud que nos facilita ese proceso es la templanza, es decir, el hábito de poner un orden a nuestras grandes fuerzas interiores.


En ese sentido, a un nivel muy práctico, la templanza sin ser la más importante de las virtudes cardinales en su orden jerárquico, es imprescindible como base de sustentación para el equilibrado comportamiento humano.


Si no somos capaces de poner en armonía y equilibrio nuestro ser ¡Nunca podremos lograr las metas de evolución que con esfuerzo y desesperación a veces hemos buscado tanto!


La templanza es como nuestra columna vertebral, como el árbol que mantiene nuestras raíces sujetas a la tierra, con sus ramas que nos permiten tocar el cielo.


La mesura, que nos hace dejar de lado nuestros yoes egoístas e inferiores, para desprendernos de nosotros mismos y gozar de la belleza y los placeres con una mirada más amplia, con una sensibilidad más refinada, armónica y pura, de tal forma que al auto poseernos, al ser dueños y manejar nuestro carro interior, podemos conducirlo por el camino más bello que nosotros queramos elegir.


Si no lo manejamos, los caballos pueden elegir sendas peligrosas, desagradables, mediocres. ¿Quieres eso de tu propia vida?


Para analizar mejor este valor, lo vamos a hacer de acuerdo a cada uno de sus aspectos, dedicándoles un cuestionario a ellos; ahí ustedes apreciarán los pares de opuestos, cuyo punto medio de equilibrio va a ser siempre el valor de la templanza.





* Pieper: Las Virtudes fundamentales, p. 288. 188


SEXUALIDAD Y CASTIDAD



Conceptos básicos:


Castidad: templanza reguladora del impulso sexual.


Lujuria: apetito desenfrenado. Egoísmo estéril que se entrega al mundo de los sentidos, destruyendo el verdadero goce sensible.


Virginidad: abstenerse para siempre del trato sexual y su deleite, haciéndose libre para Dios y para dedicarse a las cosas divinas.


D) Ascetismo exagerado: Negación de la sexualidad por considerarla mala, dañina, pecado, etc. No lleva implícita una consagración a Dios.



LA TEMPLANZA Y MI SEXUALIDAD



¿Comprendo que la sexualidad es un bien creado por Dios, para mi integración como unidad psico-bio-social?

Valores Humanos. | Nina BravoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora