La satisfacción de mis necesidades

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Es otra condición previa para el aprendizaje y ejercicio de los valores.


Pero reflexionemos, estamos usando solamente el punto medio, porque volvemos al concepto aristotélico del equilibrio.



Necesitas techo, no un castillo ni un puente donde guarecerte. Necesitas amigos, pero no una vida social agotadora, ni una relación simbiótica. Necesitas trascendencia, pero también estar inserto en el planeta tierra.


Generalmente si todo está sumamente satisfecho, en demasía, como sucedió con las grandes civilizaciones: Grecia, Roma, Atlántida, etc., se cae inmediatamente en el juego de los disvalores, se cae en los excesos y se pierde el equilibrio.



Acuérdate de esta Regla de Oro: NI TANTO NI TAN POCO



Otro pre-requisito para la práctica de los valores es...



EL DESENGANCHE



¿Qué nos responderías, si te abriéramos una caja de exquisitos chocolates, u otra cosa que te guste mucho, y te ofreciéramos tomar uno, pero ¡están envenenados!


Estamos viendo tu cara de sorpresa, y tu reacción inmediata, un NO rotundo. Si te preguntáramos por qué, probablemente encontrarías ridícula nuestra pregunta, y tu respuesta sería: es obvio, no quiero morirme. Si, es evidente, pero no es real. ¿Te has preguntado cuántas veces al día abres la boca y te comes un chocolate envenenado? ¡Muchas veces!


Cuando te enojas porque la ducha está helada, o los semáforos están descompuestos.


Cuando te critican, te mandan, te achican tus problemas. Cuando no te escuchan ni comprenden.


Cuando no te resultan tus planes.


Cuando te dominan, ordenándote lo que debes pensar, sentir y hacer (3 llaves).


El llamado que esperas, y el teléfono que no suena. Cuando te ridiculizan, te insultan, te humillan.


Muchas veces en el día, ¿no?


Y cada chocolatito que entra en ti, hace que te enganches, vacíes tu adrenalina y te quedes exhausto, sin fuerzas.


Imagínate la energía como una manguera con agua, si no tiene perforaciones, sale un chorro de (agua) energía, pero, cada enganche tuyo, es una perforación en tu manguera. Y al final, si es que sale algo, es una gotita.


¿Qué vigor vas a tener entonces para ponerte a practicar los valores?


Te proponemos una técnica. Imagínate que estás rodeado por un cordón de plata (o un rayo láser violeta, si eres más futurista) de un metro cuadrado y que los estímulos negativos llegan sólo hasta ahí, chocan y se devuelven especialmente a quién los mandó. Prepárate como un arquero: a tu valla no entra nada, tú atajas todos los goles. ¿Cuáles son los resultados? No gastas tu energía en nada negativo, al revés, guardas y tienes de sobra para ayudar, amar y cuidar.


En el caso contrario eres un ser agotado, estresado, irritable, rabioso, deprimido: subiéndose siempre al ring con los demás, "la vida no es un juego de box..."


Para eso es necesario y urgente que construyas tu casita interior, tu metro cuadrado, TUYO y de Dios.


¿Te acuerdas del cuento de los tres chanchitos? El primero, hizo una casita de paja, el lobo le prendió fuego y se le quemó. Corrió a la casa de su otro hermano, que la había construido de barro, el lobo la remeció y la botó, los dos chanchitos corrieron a la casa del tercer hermano, que con paciencia, trabajo y perseverancia había construido una casita de concreto. Ahí el lobo no pudo hacer nada.


¿Cómo es tu casa interior? ¿La tienes?, o es un sitio eriazo donde el que quiere entra, sale, deja basura... ¿Eres un vertedero?


¡Los valores son los ladrillos para construir tu metro cuadrado! Y promete hoy, ya que eres libre. ¿Qué metro cuadrado quieres construir?


¿Una media agua?


¿Una casa de población?


¿Un hotel?


¿Un departamento piloto?


¿Un castillo?


Tu libertad te permite elegir lo que más te guste. Depende de ti.


Valores Humanos. | Nina BravoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora